¿Habrá una nueva ley que reemplace a la 22.285, emanada
de la última dictadura? En el caso de que se promulgue, ¿será
discutida por los burócratas gubernamentales y los dueños
nacionales e internacionales de los multimedios? ¿Seguirán
extendiéndose las licencias por siglo y medio a los que favorecen
al gobierno de turno o a los que resultan inofensivos? Hay una serie
de interrogantes que, en este caso, carecen de una respuesta concreta.
Una posición ingenua pretende que desde los foros universitarios
hasta las ONG, sin olvidarnos de quienes regentean los Observatorios
de Medios y hasta el INCAA tengan voz y voto en la promulgación
de esa –por ahora eventual- nueva ley. Los Observatorios de
Medios funcionan en diversos países europeos y lo hacen con
una cierta eficacia. Lo que ocurre en los países subdesarrollados
no es, precisamente, lo deseable. La existencia de estos entes ofrece
estadísticas y datos de diverso calibre que se cajonean en
el Congreso.
Los que tienen en sus manos el espectro audiovisual de Chile, Colombia,
Ecuador, Bolivia, Argentina y hasta Uruguay reaccionan con violencia
cuando en Venezuela se pretende alguna modificación. Se habla
de libertad de prensa, cuando en realidad esta es un fantasma hasta
el momento no corporizado en el subdesarrollo, ni en Estados Unidos,
por otra parte, ya que estamos en esto. Olvidándonos de la
ingenuidad, habría que pensar en qué se han convertido
los canales de TV, la mayoría de las emisoras de radio en
AM y FM, como así también los politicólogos
y charlatanes varios que firman sus artículos en la prensa
escrita, cada vez menos leída.
Cuando el marco político no ofrece seguridad alguna al ciudadano,
entonces este recurre a los medios y cae en una trampa de la que
es difícil zafarse. Aparecen así como quienes rescatan
del naufragio. Hablemos de Argentina: si los ciudadanos toleran
al grupo Hadad, lo escuchan y lo ven con gusto, si son capaces de
digerir a POL-KA PRODUCCIONES, si creen o simpatizan con las grandes
bocas de las emisoras de AM y FM, ¿a qué se debe?
Es sencillo: queremos ser des-informados, nos importa la des-educación,
la aculturación es de buen gusto. La basura descarnada del
amplio espectro que va desde Ámbito Financiero o el Buenos
Aires Herald, pasando por Clarín y todos y cada uno de los
diarios de Buenos Aires es consumida sólo por aquellos que
pueden comprarlos. Las ediciones dominicales, los suplementos para
débiles mentales, todo lo que, en fin, se copia y se recicla
de internet no logran hacernos olvidar que las fuentes de ingreso
provienen de dos áreas: el deporte, con predominio del fútbol,
y los excrementos de televisión. .
Lo que se ha hecho hasta ahora son más de 200 enmiendas
a la vieja ley de la dictadura y más de 70 proyectos están
escondidos en algún lugar del Congreso. Un conflicto tan
grave como el de los sojeros ha decidido al gobierno a revisar la
radiodifusión y la prensa escrita en el país. Dentro
del sistema en que vivimos, el neoliberalismo, ¿las autoridades
gubernamentales aguardaban que los medios favorezcan cualquier medida
que perjudique al campo? Los charlatanes que alimentan a la opinión
pública han sido bastante claros al respecto: no se puede
ir contra los, así considerados, señores.
Para que quienes gobiernan posean una dosis de credibilidad debieran
haber sido un poco más claros con respecto a la inflación,
por ejemplo. Pongamos un ejemplo grosero: cada emisora de radio
tiene ahora su pronosticador de turno, de modo que ha desaparecido
el Servicio Meteorológico Nacional. Del mismo modo, cada
sector esgrime sus cifras con respecto a desnutrición, pobreza,
deserción escolar, escasez de viviendas debido a onerosos
alquileres, precios varios.
Hete aquí que se anuncia un tren bala cuando los que van
a Misiones o Bahía Blanca, los suburbanos que se llegan hasta
La Plata, los que se dirigen hacia la zona oeste del Gran Buenos
Aires, no funcionan. No nos parece que esto les preocupe demasiado
a los medios ni al gobierno. Si es un delirio o no corre por cuenta
de cada ciudadano. Pero cuando se trata del campo… entonces,
ah no. Eso no se toca.
DESINFORMA TELAM –y cables de AP, ANSA, REUTER y
AFP--.
En los tiempos de la tortuga Illia la agencia estatal se encargaba
de borrar ceros cuando se trataba de manifestaciones en su contra.
El tiempo no ha pasado. Para Radio Nacional, el hijo de Carlos Saúl
Ménem no había muerto en aquel accidente, aún
cuando la noticia estaba ya confirmada por los testigos pertinentes.
Sin embargo, TELAM no la había incorporado a la grilla. Ahora,
el problema del índice de inflación que ofrece esa
agencia pertenece al INDEC, de modo que hay motivos para no creerle.
A su vez, las agencias noticiosas extranjeras tiene siempre un
hombre clave, que es el encargado de ejercer la verdadera función
de estos pulpos: el espionaje sobre el país y sobre el área,
teniendo en cuenta las muy cuidadas inversiones extranjeras. Si
esas agencias cobran entre tres y cuatro mil pesos por el servicio
a una emisora de radio o de TV, ahora, debido al servicio de internet,
casi todas ellas pierden dinero. Es sencillo: la cartera de clientes
de ha restringido al máximo. ¿Por qué siguen
funcionando, entonces? Porque su tarea específica, la de
la información lisa y llana, es irrelevante. Tienen otros
objetivos: los italianos, ingleses, americanos, españoles
que favorecieron gracias a sus oficios el golpe de Estado de 1976,
marcharon luego con las Madres de Plaza de Mayo. .
Es curioso que las diversas leyes de radiodifusión no hayan
tenido en cuenta el poder de estas agencias, aliadas a socios internacionales
–el caso de ANSA, la FIAT y el Vaticano es ya vox populi o
debería serlo. También el hecho de que no representan
más a un país sino a un conglomerado de capitales-.
Quienes trabajan en esas agencias no trasmiten noticias locales
delicadas, a no ser que vengan desde TELAM, para la cual siempre
hay un canal abierto.
Hoy día se escamotea, selecciona, omite todo aquello que
no conviene a los intereses de los capitales a los que pertenece
una emisora de radio, un diario o un canal de TV de acuerdo con
el Jefe del Servicio Informativo, siempre a las órdenes.
Curiosamente, la mayoría de estos Jefes vienen trabajando
en los medios desde hace años y están ya habituados
a los golpes de timón que significa el pase de una multinacional
a otra.
UD. DEBIERA PRESTARLE ATENCIÓN A LOS MEDIOS
Tal la recomendación de un charlatán realizada a
un Ministro del gabinete del gobierno actual. ¿Y qué
es prestarle atención a los medios? Sencillamente, no contradecirlos
en lo más mínimo, so pena de caer bajo sospecha de
antidemocrático. Convengamos en que no tenemos gobernantes
muy inteligentes, ni hábiles, ni astutos -nos conformaríamos
con los dos últimos ingredientes-.Por lo tanto, debieran
saber que en un sistema democrático se puede poner en duda
el sistema planetario, pero nunca, ah, nunca, lo que dicen los medios.
Cualquiera que dude de ellos es, por lo menos, fascista o, si el
medio ya lo es, setentista -el comunismo y el trotskysmo han desaparecido
de las órbitas peligrosas, si es que alguna vez las habitaron-.
La pregunta que cabe hacer aquí es fundamental: en nuestro
país ¿la gente cree lo que dicen los medios? No vamos
a decir nada nuevo si afirmamos lo siguiente: nos identificamos
con el charlatán que, a través de una emisora de radio,
de TV o de un diario piensa o finge pensar como nosotros. Naturalmente,
en la época de la dictadura recordamos aquel famoso titular
de La Prensa: Celebróse en todo el país el día
de la madre. Es decir, estamos hablando de los esbirros que gozan
de un espacio en una etapa en apariencia democrática. Y decimos
en apariencia porque, supuestamente, debiéramos tener algún
derecho que fuera un poco más allá del plato de fideos
ganado con el sueldo mínimo.
Ud. debiera prestarle atención a los medios, lanzado a manera
de reprimenda, implica que los mismos legislan, cubren las falencias
de las esferas que existen en los tres poderes de los cuales somos
víctimas. Por esta razón, los medios construyen una
alternativa política: un señor a quien le asesinan
el hijo se convierte en candidato político desechado en cuanto
fracasa y no vende, no sirve a los intereses de quienes son o se
creen los dueños de la opinión pública.
YO OBSERVO, TÚ ME PAGAS, YO SIGO OBSERVANDO
En www.veeduría.org.pe/artículos/rey.htm el señor
Germán Rey cree que los observatorios de medios apuestan
“a una observación pluralista que debata los temas
que le interesen a la sociedad, que convoquen diferentes matices
de interpretación, que “hagan escuchar lo que la gente
le quiere decir al poder””. En Argentina ¿quiénes
integrarían los observatorios de medios? Profesionales de
la información y la comunicación –los charlatanes
habituales-, gestores culturales -¿qué es esto?-,
sociólogos –grandes contribuyentes al desarrollo de
la ciencia en el país-, y personalidades representativas
-¿quién otorga la patente de representativo?- .
Los observatorios no se limitarían a la estadística,
sino que representarían a los diversos sectores de la sociedad.
El objetivo sería cierto control político que implicaría
participación social. En los pulpos multimediáticos
esta sola idea ha provocado una reacción fuertemente asociada
con la histeria. Calmados los ánimos, han comprendido que
en la sociedad argentina está todo a la venta y que también
puede comprarse a quienes integren los entes mencionados. Luego,
volverán a las inofensivas estadísticas recibiendo
dos sueldos: el del gobierno y el de las multinacionales.
Pruebas al canto: ya hay varios especimenes de esta clase en Argentina.
Se pueden visitar en www.buenosaires.gov.ar/observatorio,
www.cultura.gov.ar/sinca
y otros. Hasta el momento no hemos notado que se haya producido
ninguna revolución en los medios. Por el contrario: las destacadas
personalidades que los integran son buitres que se han alimentado
de sucesivos y contrapuestos gobiernos. ¿Qué control
pueden tener estos inofensivos agujeros negros sobre los poderosos
anunciantes, los que dirimen qué noticia corre y cuál
no de acuerdo con los intereses que privilegien? En América
Latina, la Agencia de Noticias dos Dereitos da Infancia –ANDI/Brasil–
no logra impedir que los cadáveres de criaturas asesinadas
a balazos aparezcan de vez en cuando por las veredas de San Pablo.
No dudamos de una cierta aunque no exuberante eficacia de estos
organismos en algunos países europeos. En Argentina y América
Latina terminan encarnando nuevos entes burocráticos integrados
por completo al sistema y navegando a dos aguas: servirán
al gobierno de turno y, al propio tiempo, se encargarán de
que todo siga como hasta ahora. Al fin y al cabo, por más
que se finjan otras intenciones, ni al gobierno, ni a los medios
ni a los observatorios les importa el ciudadano común, el
del plato de fideos y los ochocientos pesos. Sencillamente se contribuye
a que cada día olvide un poco más su calidad de ser
pensante. Negociemos, parecen decirnos. Nos conviene. Para creer
en esto habría que construir primero un sistema verdaderamente
democrático, algo utópico todavía en Argentina país y en América Latina en su conjunto.
Podríamos llevar un banquito a la plaza más cercana, tal como en Hyde
Park, y lanzarnos a perorar sobre lo que nos viniera en gana. Recordemos:
Marx y Freud murieron en Londres.