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Año II, Volumen 6 - Mayo de 2008
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POR OTRO CÁTULO PERONISTA |
por Domingo Arcomano
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OVIDIO CATULO GONZÁLEZ CASTILLO nació en Buenos Aires
el 6 de agosto de 1906, y pudo haberse llamado “Descanso Dominical”
según una versión o “Primero de Mayo”
según otra. Quizá ambos hayan sido intentos neutralizados
por el empleado de Registro Civil, quien finalmente aceptó
la apelación al mundo clásico-romano de don José
González Castillo, padre del niño. La vena libertaria
de aquel, con su tradición inmigrante, y la de criollos de
la época de Rosas de la que provenía su madre doña
Amanda Bello, confluyeron naturalmente en la militancia popular
de quien no flaqueó en las duras ni en las maduras. Exiliado
desde niño en Chile debido a las persecuciones contra su
padre, combativo escritor y dramaturgo anarquista, regresó
a la Argentina en 1913. Concluidos sus estudios primarios, y con
un bachillerato dudoso fue alumno de composición de Juan
V. Cianciarulo. Precoz autor de tango (a los 17 años compone
“Organito de la tarde” al que su padre pondrá
letra y cantará Azucena Maizani) había arrancado a
los golpes en 1922 como exitoso boxeador, hasta ser campeón
nacional en la categoría de peso pluma. El “flaco”
Catulo, más bueno que el pan, autor de más de 400
tangos, artista de cine, novelista y escritor argentino en toda
la línea terminó derrumbando sus 90 kilos un 19 de
octubre de 1975. El tercer gobierno de Perón lo había
rescatado del ostracismo y las penurias a las que lo condenó
la miseria gorila del 55. Funcionario público desde 1930
(gana el concurso para una cátedra en el Conservatorio Municipal),
alternó la docencia con los tangos y la militancia gremial
en la estructura orgánica de SADAIC. En 1954 -2do. Gobierno
del General Perón-fue Presidente de la Comisión Nacional
de Cultura. Su compromiso con los explotados ya asomaba claramente
en la letra del tango que Gardel le grabara en 1925, Caminito del
Taller:
Una
mañana fría te vi por vez primera
por la desierta calle, rozando la pared,
como si el viento helado que barría la acera
te acelerara el paso, camino del taller.
Y en
el fondo grisáceo de aquel día de hielo
ponían una gota de ironía mordaz,
el sol de tus cabellos, tus pupilas de cielo
y el cuerpito aterido que envolvía el percal.
Había
en tus pasitos taconeo de tango
y frufruces de seda en tu marcha sensual,
pero tu personita claudicaba en el fango
bajo el fardo de ropas que nunca te pondrás.
Y marcha
así,
hoja de amor
que lleva el turbión
rumbo al taller.
¡Pobre
costurerita! Ayer cuando pasaste
envuelta en una racha de tos seca y tenaz,
como una hoja al viento, la impresión me dejaste
de que aquella tu marcha no se acaba más.
Caminito al conchabo, caminito a la muerte,
bajo el fardo de ropas que llevás a coser,
quién sabe si otro día quizá pueda verte,
pobre costurerita, camino del taller.
Por
eso son tan tristes todas las ilusiones,
y por eso en las locas noches del arrabal
parece que se quejan los roncos bandoneones
y cada tango es una canción sentimental.
Le siguieron música, letra, o ambas, de tangos inolvidables:
La Violeta, Maria, La Ultima Curda, Café de los Angelitos,
Caminito, Una Canción etc., etc., etc. Música para
cine, y la música –con letra de Ivanissevich –
del “Canto al trabajo” que llevara al disco Hugo del
Carril. El sainete “El Patio de la Morocha”, la obra
“Danzas Argentinas”… (1)
Cuando “el diario de los Gainza Paz”, La Prensa, fue
peronista y la sección de cultura era dirigida por Cesar
Tiempo (Israel Zeitlin), Catulo Castillo le sumo su maestría
literaria arrimando cuentos y semblanzas populares. De esta época
es su conferencia “Un teatro argentino para la nueva Argentina”,
una de las tantas muestras de su compromiso peronista, que sus biógrafos
de ocasión se empeñan en ocultar o eluden con piruetas
inmorales.
La reproduciremos íntegra en el Nro. 7 de EL ESCARMIENTO
como ejemplo de cultura y compromiso político, de libertad
y de servicio al pueblo, y como ejemplo de que, si se es criollo
es esta tierra, el talento solo necesita del cauce popular para
manifestar su grandeza.
El resto es suplemento literario o estupideces de viuda difícil.
d.a.
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(1)
Habría que agregar su tarea periodística en “El
Líder”, “El Nacional” y “Ultima Hora”
y entre sus obras menos difundidas un estudio sobre el tango en
“Buenos Aires, tiempo Gardel” (1966), “Prostíbulos
y Prostitutas” incluido en “Prostibulario” (1967)
la novela “Amalio Reyes, un hombre” que Hugo del Carril
interpretara en el cine (Dir.: Enrique Carreras, 1970) y, con León
Benaros, “Nuestro Tango” (1973). No pudo ver en escena
su cantata “EvaAmerica (Las tres banderas del amor rebelde)”
con música de Rubén Mazza. |
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