La
soja... A continuación, un artículo de un buen
conocedor de las tareas de campo. Un no-peronista que nos da
una visión desde la óptica del productor agropecuario,
con muchas verdades, otras a medias y algunas omisiones. La
perspectiva económica no es la única que ofrece
el sector agrícola-ganadero, y sus quejas, que deben
inscribirse no sólo en la política económica
del Gobierno, sino en la conducta sociopolítica del sector
durante el último medio siglo, dan mucha tela para cortar.
Las páginas están abiertas para el intercambio
de ideas y propuestas, de las que este artículo abunda.
El sector agropecuario es hoy uno de los principales pilares de
la economía nacional, tanto por el empleo que genera como
por su aporte al PBI y a las exportaciones.
Hace apenas dos años el escenario político económico
argentino era desolador. Aunque aún hoy como país
nos encontramos "en terapia y con pronóstico reservado",
podemos afirmar que desde que estalló la crisis Institucional
de fines de 2001 -y no sin enormes contratiempos- los progresos
en el terreno económico han sido bastante mas esperanzadores
que los que observamos en el turbulento ámbito político.
Desde aquellos días de zozobra e incertidumbre -en que nos
sumergimos en la que quizás fuera la peor crisis económico-político-social
de nuestra historia- en solo dos años hemos sido testigos
de la formidable capacidad de reacción de nuestra economía.
Tras varios años de achicamiento desde el inicio en 1998
de la aguda recesión mundial y domestica- y luego de la implosión
económica de 2002, retomamos en 2003 el sendero del crecimiento,
favorecido éste por las cosechas de granos y por un inmejorable
escenario internacional para nuestros principales productos de exportación
(granos, aceites y energéticos).
A mediados de 2002, habíamos quedado solos frente al mundo,
sin crédito interno ni externo, y ostentando un default de
deuda publica estimada en mas de u$s 150 mil MM y que se erigió
en el mas cuantioso cese de pagos externos de la historia contemporánea,
default del que aún no hemos salido y hoy en pleno proceso
de negociación.
En aquellos días de turbulencias, y mientras el dólar
se contoneaba espasmódicamente entre los 3 y 4 pesos por
unidad; el secretario del tesoro de EEUU Paúl O'neill visitó
Argentina en momentos en que el Gobierno -de Eduardo Duhalde- se
enfrentaba, como nunca, en una dura pelea con el FMI, que seguía
sin mostrar la mas mínima intención de reconciliación
con el país. Antes de su viaje a la Argentina el secretario
O'neill expresó: "miré los números
de la Argentina.. no exportan nada que valga la pena".
La señal era clara: "no existen".
No éramos prioridad para EEUU -aún muy perturbado
tras el ataque al World Trade Center- y no había miras que
nos dieran algún apoyo. Nos bajaron el pulgar, quizás
como escarmiento por los sucesivos incumplimientos durante los años
pasados.
Lluvia de dólares comerciales
Pero a partir de esas semanas dijo "presente" la cosecha
2002. A pura soja y derivados, comenzaron a ingresar divisas a país.
El Ministro Roberto Lavagna -recién asumido en el cargo-
avizoró menos importaciones por el dólar alto, y muy
buen nivel de exportaciones principalmente desde el campo, con una
previsible balanza comercial positiva; lo que finalmente ocurrió.
Cerramos el 2002 con un superávit comercial de mas de u$s
15 mil MM.
Las divisas comerciales que ingresaban, ya reinstaladas las retenciones
de alrededor de un 20 % a las exportaciones agropecuarias, nos ofrecían
un nuevo y refrescante "aire financiero" y gran poder
de negociación frente al acreedor más poderoso y aguerrido:
el Fondo Monetario Internacional.
Con el as de espada de la "soja" de más de 30
millones de toneladas en la mano; el Gobierno se posicionó
muy duro ante el FMI, en una negociación que finalmente ganó
firmando el primer acuerdo posdefault, gracias también a
que el Gobierno de EEUU -que entonces emprendía la invasión
a Irak (fines de 2002)- comenzó a revisar su "bajada
de pulgar" a la Argentina e influyó positivamente en
el G7.
En 2003 continúo el clima favorable en el orden internacional,
la poco frecuente sequía que se hizo presente en el "Corn
Belt" (cinturón maicero) estadounidense redujo los rindes
de maíz y soja esperados en el país del norte y los
precios de los granos alanzaron nuevos máximos de mas de
300 u$s/t de soja. Una excelente noticia para Argentina que aun
estaba comercializando su voluminosa cosecha.
La gallina de los huevos de Oro
El campo pues dijo "presente" en uno de los peores momentos
de la historia del país y lo hizo con el fruto de su trabajo
y su inversión, sector que exhibe una destacada importancia
en la economía del país. Recordemos que la comunidad
agroalimentaria argentina es responsable del 54 por ciento de las
exportaciones y representa el 30 por ciento de la producción
de bienes del país. El sector agroalimentario nacional cuentas
con visibles ventajas competitivas y tiene una crucial importancia
geopolítica para la Argentina, siendo única actividad
productiva presente de manera significativa en todas las zonas del
territorio.
Presencia
Argentina en el mercado mundial de alimentos: |
*
El primer productor de girasol y el primer exportador de aceite
de este producto.
* El primer exportador mundial de aceite de soja.
* El primer productor de limones.
* El primer exportador de peras y mosto.
* El segundo exportador de maíz, sorgo, miel y ajo.
* El primer productor y exportador de yerba mate.
* El tercer exportador de porotos.
* El cuarto exportador de algodón.
* El quinto exportador de carne bovina y trigo. |
Fuente: Aacrea |
Cabe recordar que en el plano internacional, la Argentina es líder
mundial en producción y/o exportación de distintos
tipos de alimentos, como aceites y harina de girasol y soja, limones,
peras y yerba mate, y ocupa una posición destacada en otros
rubros de producción extensiva. La importancia del sector
aumenta significativamente si se toma en cuenta la concatenación
de toda la cadena productiva, incluyendo el sector de servicios
conexos, desde el transporte, las comunicaciones, hasta la financiación
y las exportaciones.
La participación de la cadena agroindustrial se estima hoy
en un 40% del PBI. En tanto que la producción primaria representa
el 22% de las exportaciones argentinas, las MOA (manufacturas de
origen agropecuario) representan el 32%; sumando en conjunto el
54% de las ventas externas.
Por otra parte, estudios recientes indican que el sector agroalimentario
y agroindustrial ocupa a cerca del 40 % de la población activa.
Perspectivas
La circunstancias excepcionales de la "implosión socio-económica
argentina de 2001", dada la magnitud de la crisis, que aun
vivimos, posicionaron sin estridencias al campo argentino en un
rol protagónico, crucial en la recuperación de la
estabilidad económica y fundamental para afianzar la estabilidad
y poder avanzar en las reformas políticas aun pendientes.
Las
Aberrantes retenciones |
Las
retenciones a la exportación no existen en ningún
país desarrollado o en vías de desarrollo encaminado
hacia una moderna economía de mercado. Este impuesto
distorsivo castiga al que exporta y desposiciona al país
en las discusiones en el seno de la OMC (Organización
Mundial de Comercio) por la eliminación de los subsidios
que las potencias del Norte aplican a sus actividades primarias.
En 2003
las retenciones a las exportaciones representaron el 13% del
total de la recaudación. Aunque fueron instrumentadas
a partir de la devaluación -con el pretexto de que
sería un impuesto transitorio- aun hoy el Gobierno
se sostiene en este mecanismo que castiga no solo a quienes
son competitivos produciendo, sino a quienes logran acceder
a los mercados internacionales.
Las retenciones
provocaron un cambio importante en el perfil de la recaudación
nacional y afectan seriamente la inversión y el crecimiento.
Solo cuatro productos, de los cuales tres están vinculados
con la soja y uno con el petróleo, aportan más
del 57% de los ingresos obtenidos por las retenciones. El
año último los precios de la soja, el petróleo
y sus derivados alcanzaron a máximos históricos
y por eso las retenciones fueron de 9210 millones de pesos,
un 13% de los recursos del fisco en 2003. La dependencia del
Estado sobre este impuesto, aberrante e injusto, debe ser
motivo de preocupación, mas aun cuando no se observan
acciones hacia la tan necesaria reforma impositiva que debería
enancarse en el marco de un "proyecto país"
viable y sustentable. |
Desde entonces el campo, que durante los últimos diez años
duplico la cosecha de granos, de poco mas de 30 millones de toneladas
a cerca de 70 millones; sigue soportando una de las mas pesadas
cargas tributarias de los sectores productivos, se estima que la
sumatoria de gabelas que gravan por ejemplo a la soja (entre impuestos
a los activos fijos y a los flujos comerciales, incluidas las (retenciones)
el 50 % del precio FOB de exportación de este grano termina
en las insaciables arcas del Estado.
El previsible y hoy tangible derrumbe de las cotizaciones del grano
estrella (la soja) -debido fundamentalmente a la mayor producción
esperada en EEUU (de unos 300 u$s/t. a principios de este año
muestra una baja a 180 u$s/t. para la cosecha 2005), debería
actuar como seria advertencia al gobierno nacional por dos motivos:
* No se podrá
anclar un nuevo presupuesto de gasto público basándonos
en los precios de los granos de los últimos dos años.
* La persistencia
de impuestos distorsivos -como las retenciones a la exportación,
el impuesto al cheque y las múltiples imposiciones sobre
la tierra y activos fijos productivos- afectaran la capacidad
de reinversiòn de los productores, que ante una prevista
menor rentabilidad, por el aumento de los costos y menores precios
de los granos, ven afectada la capacidad de reinversiòn
y de aplicación de tecnología. Con menor capacidad
productiva se alejará la meta factible de alcanzar en el
corto plazo un volumen de 100 millones de toneladas de granos.
...Y después
Quedan por dilucidar muchas cuestiones vinculadas a la producción
de soja, cuales son el proceso de desertización que genera
su cultivo indiscriminado, así como la matanza de vientres
para reconvertir los campos ganaderos en agrícolas productores
de soja, lo que hará en breve que una vaca haya que pagarla
con barras de oro. Este es otro tema del que esperamos respuestas
e ideas de los expertos, porque el Gobierno y la mayoría
de los directamente involucrados mira para otro lado.
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