"No se le quita el hijo a una madre"
Nina Miranda en PUERTA CERRADA (Luis Saslavsky-1939)
El
antiguo dispositivo genérico de las fábricas que funcionara
desde los años 30 y hasta los 60 del siglo XX se había
ocupado no pocas veces de madres-que-intentaban-recuperar-a-sus-hijos.
La señora Lamarque es un lejano recuerdo que se prolongó
luego en México. Al propio tiempo, dos películas habían
presentado una cárcel con avatares propios de las internas:
MUJERES EN SOMBRA (Catrani Catrani-1951) y DESHONRA (1952). Todo
ello había gozado de gran éxito en las boleterías.
Hay cuatro guionistas en el caso de LEONERA (Pablo Trapero-2008).
La idea es del realizador, quien colaboró también
en el libro con Martín Jáuregui, Santiago Mitre y
Alejandro Fadel. Cuando se ve un equipo excesivo en el guión,
comienzan las sospechas. Son demasiados para contarnos la historia
de Julia. Como los tiempos han cambiado, esta muchacha ha vivido
una tragedia fuera cámara: convivía con un hombre
quien tenía, al propio tiempo, una pareja masculina. ¡Horror!
Y exclamaciones pertinentes en el sector PAMI del auditorio.
Es curioso, porque según nos dicen, en cualquier teleteatro
de ínfima categoría hay situaciones más arriesgadas.
En verdad, la hermosa secuencia cero, la de créditos, prometía
bastante más que lo que esta película da. Se trata,
en verdad, de un producto al que da igual verlo que ignorarlo. Julia,
como es mujer, es condenada. Ramiro, el otro amante del finado,
queda en libertad. Al espectador se le permite el beneficio de la
duda, ya que Julia no sabe si mató o no a quien fuera el
padre de la criatura que lleva en el vientre.
Recordemos aquí que María Rosa Peralta en DESHONRA
también estaba embarazada de un hombre sin escrúpulo
alguno y que, como la película era de Tinayre, terminaba
siendo asesinada por el amoral en cuestión. LEONERA debe
su título al lugar al que van a parar a la cárcel
las mujeres embarazadas. Luego del parto pueden quedarse con su
hijo hasta los cuatro años. Aquí el relato nos interna
por el submundo que ya habíamos visto tanto en MUJERES EN
SOMBRA como en DESHONRA. En esta última, el lesbianismo era
practicado con alegría por Roberta y la Pecosa.
Trapero desnuda a Julia todo lo que puede para goce del espectador
que, dicho sea de paso, no fue a ver a la actriz en cueros. A estas
alturas, eso es lo que sobra. Y hay bastante de excesivo en planos
que no se terminan nunca, en alargadas escenas de griterío,
en el abundante franeleo entre Julia y Sofía. Mientras nos
distraemos con todo esto -que a lo mejor en TV aún no se
da-, nos preguntamos qué hace la hija de una mujer que vive
en Francia en la cárcel. Ambas son refinadas pero el realizador
está convencido de que cualquiera puede ir a prisión,
según ha declarado. Cierto: es lo que ocurre con los culpables
en los casos de otras dos mujeres: García Belsunce y Dalmasso.
El viejo melodrama modernista se ocupaba exclusivamente de casos
individuales y jamás de lo macro. No se preguntaba el por
qué de un contexto absolutamente injusto. Pero, al menos,
entretenía bastante y no resultaba tan incoherente como el
melo del posmo. Vamos a cuentas: Ramiro y Julia se entrevistan.
Él pareciera tener hacia ella algún tipo de aproximación
erótica. Luego declara en su contra pero ella vuelve a recibirlo
y él recita un diálogo esotérico que no sabemos
a qué viene. Es decir, si nos vamos al fuera campo detrás
de la cámara, nos enteraremos de que el brasileño
Walter Salles es coproductor y de que el carioca Rodrigo Santoro
es uno de sus actores favoritos. Por lo tanto, hay que darle metraje.
Pero molesta, ya que a los fines de este pseudo feminismo pregonado,
ese personaje no hace falta.
Hay, asimismo, un comprensivo director de la prisión que
hasta abraza a Julia paternalmente cuando esta reclama por su niño
-jamás estuvieron tan cerca de Lamarque- y, por otra parte,
uno espera que, como en DESHONRA, Mecha Ortiz lance el espiche peronista.
Pero no. Es de destacar, a pesar de todo, que el funcionario es
abnegado y esto puede comprobarse diariamente en cualquier institución
de esta categoría -o de otra- en el país del yo-no-fui.
A lo mejor Trapero hace mucho que no lee los diarios y el hecho
de haber rodado LEONERA en cárceles auténticas con
internas propiamente dichas, lo ha confundido un tanto. Esto es
lo que se denomina realismo.
Dentro de ese realismo, Julia puede fugarse con su hijo a un lugar
delicioso como la Triple Frontera con documentos falsos. No sabemos
desde qué ciudad Julia ha conseguido subir a un ómnibus
de larga distancia sin presentar su DNI o su cédula. Cualquiera
sabe que no venden boletos si esto no sucede. Son detalles sin importancia
dentro de una fábula para soñadores. Pero esto que
ofrece Trapero es realismo. Nos sentimos tan manipulados como en
el viejo melodrama modernista. La presencia de Walter Salles, el
grupo Patagonik, y Corea a través de Youngjoo Suh puede logar
el estreno en el circuito grande. Aunque se paga un precio: se nos
entrega un paquete.
La gente, absolutamente alegre y tranquila, como si hubiera asistido
a un teleteatro de POL-KA pero en cine. Trapero había comenzado
bien con MUNDO GRÚA (1999) y acrecentó sus méritos
con EL BONAERENSE (2002). Y FAMILIA RODANTE (2004) se dejaba ver.
Al llegar a NACIDO Y CRIADO (2006) mandó a sus personajes
a sufrir a la Patagonia. Nacido en 1971, este muchacho puede seguir
creyendo que cualquiera puede ir preso en Argentina. No parece tener
la suficiente experiencia. Porque la gente que va a la cárcel
pero tiene parientes con euros goza de ciertas ventajas. Entre ellas,
también la de ser convenientemente asesinado. Nada de esto
le ocurre a Julia. Su experiencia anterior a la cárcel está
fuera campo, como lo está su destino posterior. Una mujer
como ella en la zona de la Triple Frontera tiene un futuro asegurado.
Los protagonistas masculinos de MUNDO GRÚA y EL BONAERENSE
nos permitían abordar un más allá de sus problemas
personales. Esto es: las sucesivas crisis de un país de cabotaje
y las consecuencias que sufrían los sectores desprotegidos
de una sociedad típicamente latinoamericana. En cuanto a
relato, los planos estaban allí bastante bien cronometrados
y las secuencias trabajadas con gusto -pocas veces hemos visto tanta
violencia como en el último encuentro sexual entre los protagonistas
de EL BONAERENSE y nos pareció ampliamente justificada-.
Nada de esto es lo que ocurre en LEONERA. No sólo sobran
planos, sino que las escenas se alargan de manera innecesaria en
nombre de un realismo que, se sabe, en arte es mentira pura o mejor
aún, manipulación premeditada. A todos nos gusta,
sin embargo, seguir la odisea de una madre joven y de buen ver según
atestiguan los abundantes desnudos. Y el éxtasis se produce
cuando huye con su hijo a esa región segura, protegida, carente
de peligro alguno como es la Triple Frontera.
Cuando se estrenó EL BONAERENSE hubo una revista de cine
en cuya tapa podía leerse "El mundo según
Trapero". Esa misma revista podría publicar ahora
otra leyenda que, sin excluir a Matanza Producciones, la firma del
realizador, nos dijera lo siguiente: El mundo según una película
de capital peligrosamente heterodoxo, con cuatro guionistas y un
elenco internacional
Estas películas que prolongan la estética televisiva
y que se miran en ese plasma gigante que es la pantalla consiguen,
habitualmente, la adhesión del público. No está
nada mal. Los productos taquilleros siempre fueron necesarios para
que otra clase de cine algo más independiente de la chatarra
televisiva pueda lograrse. Leonera es un negocio hábilmente
planeado y no hay nada de negativo en ello. Lo que tal vez no se
entienda muy bien es el hecho de que Trapero crea que hizo otra
cosa, según se desprende de las declaraciones previas al
lanzamiento del artefacto aspirante a un premio en Cannes.
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