Levantando la puntería
En el Número 10 de EL ESCARMIENTO (sept./oct.2008) nos
ocupamos de otro libro de Ceferino Reatto señalando sus
más y sus menos en torno a la investigación del
asesinato de Rucci a manos de Montoneros. En su nuevo libro,
“Operación Primicia- el ataque de Montoneros que
provocó el golpe de 1976-” más allá
de su engañoso subtítulo, resulta un pequeño
salto cualitativo en relación a la “Operación
Traviata” que cuestionábamos. No creemos haber
sido los causantes del cambio, sino que lo atribuimos al impacto
de los hechos que van configurando la historia en la vida cotidiana.
La de Reatto incluida. Es que el “periodismo de investigación”
que calificaba a “Operación Traviata”, es
el ejemplo falso de “periodismo comprometido”. Este
“periodismo”, en algunos casos, es movido por el
compromiso ético que opera como analgésico de
la conciencia, pero siempre evade la definición política
(1). En cambio, en “Operación Primicia” el
autor intenta superar los límites semánticos de
este sub-género mediático para tantear la proyección
presente de hechos históricos desconocidos y tergiversados
para la mayoría. No siempre lo logra: su correcta descalificación
de la tontería sábato-alfonsinista de “los
dos demonios” (en realidad se trataba de una corte de
demonios, decimos) para repudiar la violencia guerrillera, adolece
de resignación a la descalificación ética
haacia la violencia desde el Estado a la que considera superlativa
en relación a la otra Una lectura atenta de la historia
previa a la ratificación o entronización de cualquier
régimen “democrático” o “dictatorial”,
asediado por las armas en cualquier período de la historia,
desmiente ese paseo ético por la filosofía política
(2). El repudio no impide el acaecimiento. La guerra, con ser
“el hecho social por excelencia”, también
es la reducción humana a su estadio más elemental.
Tampoco lo ayuda al autor su recurrencia a autores aceptados
por el establishment y la intelligentzia (Thomas S. Kuhn, Hugo
Vezzetti) como muletas en las que apoyarse en busca de aceptación.
No obstante es un libro bien escrito, que fija el interés
y obliga a recordar y repensar, a quienes fuimos contemporáneos
de los sucesos, las variables que precedieron al golpe de estado
de marzo de 1976.
Aquí nos permitimos una hipótesis: En el enfrentamiento
entre el sindicalismo peronista encabezado por Lorenzo Miguel
y los aparatos de López Rega desplegados desde el Estado,
y que culminara con el exilio del “brujo”, la balanza
fue inclinada por el respaldo militar a la acción gremial
la que por sí sola no podía contra el terrorismo
de la Triple A. Una mano lavó la otra: el sindicalismo
se quitó de encima la grave amenaza de López Rega
y los militares a alguien que no solo los iba a reducir a peones
en un juego ajeno, sino que también les quitaría
toda excusa para instalar el orden de los cementerios. Simplemente
porque se les estaba adelantando. Con una guerrilla inexistente
no había excusa para el golpe. El vínculo fue
hábilmente explotado después por Alfonsín
quien apeló al pacto “sindical-militar” pero
sin ahondar mucho…ya que podría aflorar el pacto
radical-militar…
La caracterización que hace Reatto del ataque al Regimiento
de Infantería de Monte en la Provincia de Formosa como
“la acción más espectacular de la guerrilla
argentina en toda su historia” puede discutirse pero no
le resta el impacto que tuvo en la época en los medios
de comunicación, uno de los objetivos a realizar por
el ataque, a pesar de su fracaso. La pérdida de hombres
por parte de Montoneros y el exiguo botín marcan su fracaso
como operación militar, aunque se potencie al inscribirla
en el marcado debilitamiento del gobierno de María Estela
Martínez de Perón. La ejecución de la maniobra
subversiva (se realizó durante la vigencia de un gobierno
que fue elegido por el pueblo: ya en septiembre de 1974, Montoneros
había pasado a la clandestinidad) no provocó el
golpe, como provocativamente dice el subtítulo del libro,
sino que contribuyó a realizarlo, convergiendo con factores
generales como la crisis económica nacional e internacional,
el desenvolvimiento de la “guerra fría” en
el “patio trasero” -con el aniquilamiento o inmovilización
de la guerrilla en todos los frentes- y otros específicos
como el enfrentamiento entre las corporaciones (sindicatos,
empresarios, financistas, militares), la pérdida del
poder de intervención estatal más allá
de intentos rápidamente esterilizados (represión
del agio, control de precios) y la creación del necesario
“clima” al que se prestaron los bandidos de la Unión
Industrial Argentina (“lock-out”), entre los principales.
Aunque nada nuevo, en esa época los vínculos
entre los sórdidos integrantes de la cúpula Montonera
(Firmenich, Perdía, Habegger) y sus homólogos
de la cúpula militar permite explicar la etapa “liquidacionista”
de la guerrilla a partir de 1978/9, fomentada por sus propios
dirigentes que entregaron a sus militantes a la barbarie del
otro bando disfrazándola de “contraofensiva”.
Por otra parte, faltan ensayos relevantes sobre la conducción
estratégica de la guerrilla, tanto de Montoneros como
el ERP (de la que -aunque reconozcamos su pobreza e inutilidad
a juzgar por el resultado- carecemos de una descripción
precisa). Habrá que esperar un poco más para ratificar
que esos “jóvenes brillantes” se acercaban
más a la enfermedad psiquiátrica cruzada con lecturas
del libro equivocado, que al “hombre nuevo” en un
futuro de redención. La mentalidad y práctica
estalinista de Santucho (¡un trotzkista!) y sus secuaces
y la de “Pepe” Firmenich y los suyos (éstos
últimos rápidamente cooptados por diversas “cajas”
estatales) nos demostraron “a posteriori” que el
fin estaba en el principio: al que nace barrigón es al
ñudo que lo fajen. Un medio pelo de mierda será
siempre un medio pelo de mierda. La tesis de “cuanto peor
mejor” en la que abrevaban los distintos grupos guerrilleros
solo la compartían ellos mismos, no el pueblo al que
no representaban (aunque se consideraran su “vanguardia”).
Este divorcio con la realidad los arrastró al divorcio
final con la vida.
Lo que resulta más relevante del libro es la denuncia
de Reatto a la manipulación política de los 70
por parte del Gobierno y de los responsables de los “derechos
humanos” y -desliza pero no concluye- los posibles negocios
- a tantos pesos el kilo de muerto Vip- de la Secretaría
de Derechos Humanos a cargo de Eduardo Luis Duhalde. Es que
el “Nunca Más”, una maniobra pergeñada
por el gorilismo radical secundado por algunas figuritas que
fueron comandos civiles en 1955 y por colaboracionistas del
régimen militar de 1976 debió ser reescrito por
el kirchnerismo, como lo destaca Reatto, ampliando los límites
en los que fue pensado el aborto alfonsinista. Fue la manera
virtual de incluirse los Kirchner entre los “militantes
de la nada” y esconder su pasado de “perejiles”,
de beneficiarios de la política económica de Martínez
de Hoz y de colaboracionismo (nuevamente “perejiles”)
con el Videlato, durante su estancia santacruceña.
El “negocio del muerto” que inaugurara Hebe de
Bonafini, seguido por Estela de Carlotto se ha constituido en
negocio desde el Estado. Reatto detalla el flujo de fondos desde
la “Secretaría de Derechos Humanos” hacia
los familiares de los “combatientes” muertos los
que son considerados el “lomo”, la “pulpa”
de la vaquita; mientras que los soldaditos del Regimiento de
Monte de Formosa que enfrentaron a la subversión y fueron
asesinados por algunos de esos “combatientes” son
considerados el “bofe”, poco más que alimento
para perros. El nombre de Eduardo Luis Duhalde debe sumarse,
junto con el de Lubertino (¡entre tantos!) al de Jaime.
Aunque con distinta perspectiva, de todo y más se encontrará
en “Operación Primicia”, libro que debe inscribirse
en la creciente desintoxicación de la siniestra estupidez
progresista. Es que los datos viles de la historia, pueden manipularse,
tergiversarse y hasta esconderse: pero el muerto siempre aparece.
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