Si dejamos de analizar cada acontecimiento, cada movimiento ultra-táctico y nos decidimos a tratar de comprender la realidad en términos políticos, no podríamos sino concluir que estamos sin rumbo y que, cuando miramos a aquél que por su función, debería señalar el objetivo, encontramos a un hombre que solo responde a cuestiones circunstanciales, que aparece atrapado entre un discurso público de centro-izquierda y un actuar autoritario, cada vez, más cerrado sobre sí.
Los grandes políticos, los conductores, han enseñado que aun soportando derrotas o difíciles situaciones tácticas, lo que importa es el avance en la línea estratégica. ¿Porqué llamarlos "idiotas" a los que no comprenden esto? Porque esa palabra significa en griego ensimismados, y así los llamó Heráclito a los que no entendían que el camino de la verdad pasa por lo común y no por lo particular.
A su vez, uno de esos grandes hombres que tuvo la política argentina, describió perfectamente como concebir una estrategia para nuestra Patria. Argentina no puede navegar en buque de vapor a rumbo cierto. Tiene que hacerlo en barco de vela y tiene que bordejear (Juan Manuel de Rosas en carta a Josefa Gómez de 5 de agosto de 1868).
JUNTOS SÍ, PERO NO REVUELTOS
Es casi de Perogrullo sostener que los Estados Unidos son la potencia mundial y aquellos infectados por la "enfermedad infantil del "izquierdismo"" los asimilan al mal. Pero... ¿Los Estados Unidos son la potencia mundial o la gendarmería de un mundo globalizado? La respuesta a esta pregunta no es algo menor, pues es necesario saber -en la elaboración de una estrategia-país- quienes son mis amigos, mis aliados y quienes mis enemigos como así también la relación a establecer con el país más fuerte en nuestro contexto inmediato; todo ello, por supuesto, en términos relativos pues parafraseando al dicho inglés: lo único permanente son los intereses de los argentinos.
Tomemos un ejemplo histórico: la dictadura militar inaugurada en 1976 toma como amigos al capital financiero internacional y como aliado (en este caso socio en el comercio exterior) a la Unión Soviética con lo cual puede llevar adelante su proyecto de terrorismo de estado, desmantelamiento industrial, transnacionalización del capital e intentó aniquilar al movimiento popular (o sea, del peronismo, a quien había considerado su enemigo). Eso sí, había algunos de los que inspiraron ese proceso que tenían clara la estrategia.
Hagamos el ejercicio intelectual de suponer escenarios posibles que se correspondan con estrategias-país.
Podemos pensar una estrategia de país "cambalache" con lo cual alcanza con seguir siendo un segundón en el MERCOSUR. Para esto no hay mucho que hacer, vamos bien. Podemos pensar en una futura negociación que nos asocie al ALCA mejor posicionados; para ello debemos continuar nuestra buenas relaciones con los Estados Unidos y afianzarnos detrás de Brasil.
También podemos pensar en nuestras verdaderas posibilidades y sus ventajas comparativas, aquello que una vez se llamó la realidad efectiva y desde allí fijarnos una meta ambiciosa. ¿Porqué no?
Podemos aceptar que nuestros amigos son los miembros del MERCOSUR, forma y límites concretos que para nosotros toma la integración latinoamericana. Claro está que no son los únicos, pues hay países como Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica que aún teniendo culturas diversas pueden convergir con nuestra Patria, en una política con intereses comunes y complementarios en su desarrollo.
Esa posible "sociedad" requiere de un espacio que le permita consolidarse y expandirse, para lo cual es necesario buscar establecer relaciones de alianza con las dos grandes unidades político-poblacionales: India y China. Pero entiéndase bien, una alianza no significa llevar dos, cincuenta o cien empresarios para que hagan "su" negocio, porque cuando vuelven con el contrato firmado toman cinco empleados "en negro" mientras se llevan la parte del león, o sea, mayor concentración de la riqueza y mayor flexibilidad (genuflexión) laboral, tal como pasa hoy día.
De manera alguna esto es lo que puede producir una alianza de este tipo, tampoco se trata de la intervención estatal que en otro momento fue provechosa y ahora aparece como extemporánea. Hoy, cuando las empresas que suministran el gas a nuestros hogares desean aumentar las tarifas, además de realizar las peticiones y presiones necesarias, convocan a los estados nacionales donde se encuentran sus casas matrices para que éstos operen ante el FMI y éste condicione toda negociación al aumento de la factura del gas domiciliario; si éste es el mundo "serio", con seguridad jurídica... aprendamos entonces. Una alianza como la que sugerimos requiere de una intervención estatal que siente las bases de una redistribución de la riqueza que, como les enseñara Juan D. Perón en 1946 a los empresarios, reconozca que el negocio para el capital es que se quede con el 40% de un lemmon pie y no con el 60% de una magdalena.
En ese núcleo de alianzas es decisorio la relación con los Estados Unidos pues, por su peso específico como potencia puede ayudarnos -como lo viene haciendo- en nuestras difíciles negociaciones con los organismos financieros multilaterales, en los cuales, los europeos vienen jugando en nuestra contra. En definitiva, establecer una "entente cordiale" para poder afirmar: juntos sí, pero no revueltos.
Queda por definir al enemigo. A pesar de Fukuyama... de Huntington... de nuestro economistas televisivos... sostenemos que el enemigo es ideológico y se llama neoliberalismo. Teniendo en claro que, como afirma el economista inglés John Gray, las teorías neoliberales realizaron una proeza extraña y curiosa: la auto refutación por aplicación práctica. Por si alguien no lo comprende, estamos hablando de la forma de pensar del capital financiero globalizado. Y, ¡Por favor! No empecemos con las tonteras de que con esto espantamos a los inversionistas extranjeros; o acaso no negocian con las mafias en Rusia, con los comunistas en China y abren hoteles en Cuba.
UNA CUESTION DE ELECCIÓN
Tanto el cóndor como la gallina pueden volar, pero no ven el mismo panorama, no habiendo nacido ave es una elección a que altura se desea volar. Decíamos en las primeras líneas que solo los "idiotes" creen que el camino de la verdad se lo transita volando bajito, también es cierto que quienes eligen esto último, terminan reconociendo que nuestro escaso poder no nos permite hacer mucho.
Es moneda corriente dentro de la Ciencia Política sostener que hay tres formas de concentrar poder, esto es posibilidad de hacer. Uno es concitando la adhesión de la mayoría, otro el apoyo de los más reconocidos en determinado campo predominante y finalmente, en la vitalidad que dentro de la comunidad tienen las instituciones más ligadas al proyecto convocante.
Analizando la Argentina de agosto de 2004 encontramos que no aparecen en el escenario ni la mayoría ni los mejores, es peor, porque sí aparecen instituciones que gozan de vitalidad y prestigio social: las empresas multimedios. Por lo tanto el poder que poseen es indiscutible y... ¿el proyecto? Bien gracias.
Seamos claros: el Gobierno no concentra poder, más bien lo licua; las empresas multimedios que hoy arman la llamada "agenda pública" sí lo poseen ¿y quiénes son? Cuando hace tres años aparece que el 20% de las acciones de Clarín están en manos del Banco de Inversión Goldman Sachs - que manejaba los bonos de deuda externa- o cuando aparece la denuncia de que La Nación transfiere el control del paquete accionario mayoritario por millones de dólares provenientes de las islas Caimán nos volvemos a preguntar ¿quiénes son los que concentran tanto poder en Argentina?
Por eso reclamamos una estrategia, buena... o más o menos, pero desde la cual comenzar a concentrar poder en algún lugar fuera de los grupos de presión y poder colateral. Por eso la desesperación que nos embarga cuando vemos que el Gobierno se ensimisma, viendo todo desde la óptica de una lucha interna.
La carencia de una estrategia hace que tengamos que aceptar los condicionamientos del FMI, el aumento de las tarifas de los combustibles y la Ley de Responsabilidad Fiscal que se ha debatido recientemente. Por otra parte, es auspicioso que la CGT plantee no solo un aumento salarial sino la convocatoria a un acuerdo social que culmine con ello, como también, ser el receptáculo de contención de los desocupados; planteando con ello el principal problema de los argentinos: mejorar la calidad de vida de los trabajadores y ampliar la base laboral que restrinja los campos de acción de quienes lucran con la inseguridad y el delito.
Yo se, porque soy católico, que Dios lo hace. Pero nuestra dirigencia no debería descartar que algún día, la Patria también los va a demandar.