Desde el legendario Macandal, jefe de negros cimarrones (negros esclavos fugados y organizados comunitaria y, en el algunos casos, militarmente) ejecutado por los franceses en 1758, pasando por el martirio de Charlemagne Peralte quien capitaneó las guerra de los cacos contra la invasión yanqui de 1915, y ejecutado por los "marines" en 1919, hasta llegar a la pueblada que derrocó al último sirviente imperial, Jean-Bertrand Aristide , ex Teólogo de la Liberación cumpliendo el destino poético de la "izquierda latinoamericana" (de "revolucionario" a empleado del imperialismo anglosajón) y a quien bien le cabe aquel "Roma no paga traidores", el pueblo haitiano demostró un coraje difícil de igualar ante la invasión a la patria.
Envilecido por los esclavistas franceses primeros, por los esclavistas norteamericanos después y por la oligarquía mulata que proveía los presidentes títeres del Departamento de Estado, la "densidad cultural" -básicamente africana- le permitió a este magnífico pueblo resistir una y otra vez su disolución.
En la cultura estuvo su salvación; y aquella no se reduce a la versión folklórica del "vudú" promovida por Hollywood; estamos en realidad ante una práctica profunda de la religión que no pudieron desterrar ni las campañas de la Iglesia Católica ni las miserias de la moral falsamente weberiana del protestantismo yanqui. Justo es reconocer los trabajos valiosos sobre la cultura haitiana realizados por la norteamericana por adopción Maya Deren(skaya), y las tambien norteamericanas Zora Neale Husrton y Catherine Dunham, si bien realizados durante etapas de gobiernos títeres no respondían a los canones culturales del ocupante.La cultura haitiana cubre un abanico amplísimo donde aparecen pensadores como los Mars (Jean-Price y su hijo Louis), novelistas como Pierre y Philippe Thoby-Marcelin, Jacques Roumain, Jacques-Stephen Alexis; antropólogos de la talla del mismo Roumain, Lorimer Denis, Odette Menneson-Rigaud y -créase o no- el mismo Dictador "Papá Doc" Duvalier cuya obra antropológica no es desdeñable, aunque pretendía practicar un racismo a lo Hitler en versión negra. Una mención especial la merece Milo Rigaud, un destacado teólogo del culto Petro dentro del "Vudú", cuyas especulaciones no van a la zaga de ningun teólogo neo-testamentario. A ellos hay que agregar sus científicos, sobre todo en el campo de la medicina, historiadores, folkloristas de talla internacional, pintores, músicos, actores, todos contribuyendo a una unidad cultural, que en la América del Sur solo tienen punto de comparación con Bolivia y Paraguay. Hoy es un país nuevamente invadido (no es de extrañar que los próximos muertos sean Guy Philippe y Louis-Jodel Chamblain, quienes encabezaron la resistencia contra Aristide y contra las nuevas fuerzas de ocupación). En breve, nuevas noticias para este Boletín.