Sobre De Martino. Ernesto: “El folklore progresivo y otros ensayos”, Barcelona, Museu d ‘Art Contemporani de Barcelona, trad. Carles Feixa, 2008, 125 págs.
por Domingo Arcomano
La figura del italiano Ernesto de Martino (1908-1965) no es del todo desconocida entre nosotros. Su reconocimiento inicial europeo viene de la mano del Mircea Eliade quien realiza una profunda reseña de “Il mondo magico. Prolegomini a una storia del magismo” (Torino, Giulio Einaudi Ed., 1948, 264 p.) en la “Revue de L ‘Histoire des Religions” (T.CXXXV, Nro. 1 janvier/mars 1949, p. 105-108) obra relevante, inmersa todavía en la historiografía idealista de su maestro Benedetto Croce. Precisamente esta dimensión fue duramente criticada (paralela con amplios elogios a la obra y al autor) por quien -creemos- fue el primer receptor en Sudamérica: su también compatriota José Imbelloni, hombre prolífico que desarrolló lo más importante de su tarea en Argentina durante los Gobiernos de Juan Domingo Perón. Como De Martino, Imbelloni fue maestro de maestros (ver su reseña de “Il mondo magico...” en: Boletín Bibliográfico de Antropología Americana, sobretiro del B.B.A.A., vol. XII, 1949, p. 10-11).
El libro que se reseñamos se “armó” con varios artículos de De Martino de fines de los 40 y principios de los 50 y un prefacio lamentable ¿del editor? ¿del traductor?) que desgrana en sus comienzos los lugares comunes del liberalismo de la izquierda caviar europea.
De Martino es presentado como un declarado militante antifascista sin aclarar nada del contenido de tan poética expresión, ni cuales fueron las acciones concretas de De Martino en el caso, lo que no quita ni agrega nada a sus aportes como etnólogo y filósofo.
Resulta por lo demás incitante el largo estudio introductorio de Carles Feixa, aunque deja subsistente la falta de una más amplia reseña de la polémica suscitada en torno al folklore progresivo reduciendo de esta manera la utilidad del libro a la visión unilateral del traductor.
Con la caída del fascismo, los intelectuales de izquierda descubren -vía la promoción de Antonio Gramsci por parte de Togliatti al frente del reconvertido Partido Comunista italiano- al campesinado meridional, y algo tarde a algunas de sus figuras (como el campesino-poeta Rocco Scotellaro. Antes, el fascismo había tenido a su soldado-poeta, D'Annunzio): se encuentran ante un mundo propio que no existía en los textos canónicos del marxismo. Sin embargo, será la nueva etnología soviética la que tendrá un lugar destacado en el análisis de esta perspectiva -la que continuará sesgando la interpretación a partir de su inevitable reduccionismo clasista- e inutilizando para la vida política el saber de la “cultura subalterna”.
Para Gramsci, fuente de de Martino en su abordaje inicial del folklore, éste debía estudiarse como concepción de la vida y del mundo -opuesta a las concepciones de mundo “oficiales” y como “reflejo” (1) de las condiciones de la vida cultural del pueblo.
Esto iba de la mano de reconsiderar la producción cultural del “mundo subalterno” -en la terminología gramsciana- incorporando dimensiones rechazadas tanto por el marxismo de preguerra como por los estudios amparados en las teorías de Croce. Pero, lejos de haber sido la investigación y el folklore un asunto irrelevante. ni reducirse la cuestión a la polaridad “renovación gramsciana del marxismo/ idealismo historiográfico crociano”, aquel generó una apabullante producción, cuya muestra -también apabullante- fue parcialmente recogida en el “Canzoniere italiano-antologia della poesia popolare” - cura de Pier Paolo Pasolini- Ed. Ugo Guanda, Parma, 1955 (ver en particular: Vol. 1 p.7-119 y Vol. 2 p. 418-517 de la edición de Garzanti, Milan, 1era. cd., 1972, que reproduce la de Guanda).
Dicho de otra manera, ni don Benito Cruz, ni el renovado impulso gramsciano del marxismo, saturaban las posibilidades de acceso a la cultura popular italiana. Ni la evasión burguesa, idealista y etnocentrista de Croce ni la identificación gramsciana de la “cultura popular” COMO “folklore”, en una definición estrecha pendiente de la antinomia burgués/proletario.
Sin dudas, es este sesgo marxista de los artículos de de Martino el que lo lleva a un ingenuo internacionalismo que, percibido desde la periferia de occidente, deviene notoriamente reaccionario: los “bárbaros” son genéricamente “pueblos coloniales” (nosotros) mientras que los “civilizados” (el centro dominante) son particularmente “obreros y campesinos” (que participan, a su escala, de los “beneficios” arrancados al mundo colonial). Lo que de Martino denomina la “irrupción del mundo popular en la historia” no es otra cosa que el reconocimiento de su previa exclusión (intelectual) de la historia CONTADA (por los intelectuales) ya que en la historia real, en la “res gestae”. estuvieron siempre.
Los intelectuales italianos del “dopoguerra” no escaparon a la ley de hierro de su horizonte cultural, y solo llegaron a la “realidad” en la que sintieron pisar firme cuando estuvieron preparados para recibirla, luego de sucesivas rupturas y transiciones ideológicas. Tanto como afirmar que la calidad intelectual nunca es genética. Este proceso de afirmaciones y negaciones que también sobrellevó de Martino, le permitió superar los iniciales abordajes de la cultura popular desde la perspectiva del “folklore progresivo”, de marcado sesgo militante, para incidir en un profundo legado generacional a través del trabajo de campo desarrollado en la Italia del sur (“Morte e pianto rituale” -1958-, “Sud e Magia”-1959-, “La terra del rimorso”-1961- <esta última tiene una reciente traducción castellana>), para, al final de su vida centrarse en los apocalípsis culturales y la crisis de la civilización <europea> (“La fine del mondo. Contributo all’analisi delle apocalissi culturali”, Einaudi, Torino 1977) (2)
Figura vigente y desconcertante para sus pares del mundo académico, objeto de estudio casi hagiográfico, probablemente sus aportes más destacados giren en torno a la crisis de la razón occidental (teología incluida) y a su destacada incapacidad para definir un horizonte humano privado de angustia.
El primer trabajo del autor incluido en el libro (“Cultura y clase obrera”-1948) resulta altamente instructivo, no solo por sus definiciones conceptuales, sino por el marcado sesgo idealista-racionalista que lo traza, tanto gnoseológico como ético: El trabajo intelectual contra el marxismo teórico en Italia desde fines del s. XIX fue radical si lo comparamos con nuestro país, lo que llevó a ambos espacios a una constante esgrima que enriqueció las conclusiones, aunque no las soluciones. La presencia, nombrando solo algunos, de Croce, Gentile, del Noce por un lado y Gramsci, Della Volpe -ex fascista- y Cesare Cases por el otro da idea del nivel de la polémica histórica. La vía muerta que desandaron los primeros no fue menos patética que la de los últimos. El “idealismo” de los primeros corría parejo con el de éstos. El de Martino del 48 había comprado en bloque el esquema soviético de la “revolución proletaria”. El conato posterior de un marxismo no soviético y aún, de un “marxismo nacional” fue rápidamente acotado en el marco del internacionalismo proletario y amenazado de “colaboracionismo de clase”. La cátedra universitaria fue el último refugio y este dato brinda la medida de las contradicciones del curso vital de de Martino.
La reacción oportuna de este hombre inteligente le permitió abandonar el PCI, sin dejar de ser de izquierda y en beneficio de la etnología.
Los restantes artículos que componen “El folklore progresivo (“En torno a una historia del mundo popular subalterno”- “El folklore progresivo”-l951- y “Gramsci y el folklore”- 1952-) densos y profundos, permiten- superando sus contradicciones internas y el anclaje de la época en que fueron escritos- una recepción fructífera desde nuestra perspectiva nacional.
Reproducimos un párrafo de “Cultura y clase obrera”
“(...) De ello se sigue, sobre el terreno propiamente cultural, la necesidad de dialogar continuamente con la cultura de la tradición, con las formas nacionales asumidas por esta cultura, con la historia nacional en su conjunto” (...) p. 75
Éste y los que lo continúan quizá contengan las afirmaciones más luminosas del trabajo: Traspolando lo aplicable a nuestro país, podemos señalar que esa fue la tarea desarrollada por el pensamiento nacional articulado desde y en torno al peronismo y consolidado a partir de 1955. El cuarto de siglo que lo precedió permitió acumular conceptos en polémica con el legado histórico-cultural de la “generación del 80” (la que a su vez no podía desprenderse de las categorías que le imponía la Argentina “bárbara”: desierto, caudillo, nación) en un verdadero procesamiento POLITICO de la “herencia cultural”, es decir, actuando los aspectos prácticos de la tradición (el tradere anejo al andare racogliendo viquiano).
La “perspectiva nacional” (teorizada por Manuel Ortiz Pereyra), la definición de “progresismo nacional” (de Jauretche) opuesta al colonial y la teorización y realización de los fundamentos prácticos de la “Comunidad Organizada” (por parte de Juan Domingo Perón) definieron la tarea heurística de la nueva etapa, la nueva epistemología y, en suma, el nuevo pensamiento.
En definitiva, un libro que merece leerse, con el desprejuiciado prejuicio de la perspectiva nacional, y que si bien pertenece casi a la “prehistoria” de De Martino (3) constituye una interesante vía de entrada a su pensamiento
Domingo Arcomano
(1) Esta gnoseología engelsiana, llevada al paroxismo por Lenin, tuvo secuela en nuestro medio, en la polémica Astrada-Giudici (1957) sobre el “reflejo”, en la que quedó para la lápida el carácter obtuso y escolar del “materialismo” criollo- soviético.
(2) Para la evolución de De Martino pueden consultarse los siguientes números monográficos a él dedicados: “La Ricerca folklorica-contributi allo Studio Della cultura delle classi popolari”, nro. 13, Brescia, 1986 y “Materiali” ,nro. 1, CEIC, Centro Etnográfico Campano, Nápoles, 2007; entre otros.
(3) Etapa que quizá se cierre en torno a la suerte de la “Collana Viola” que impulsara con Cesare Pavese. Con el suicidio del poeta (1950) se cierra la mejor etapa de aquella colección, que reunía traducciones al italiano de los mas importantes autores europeos en el campo de la antropología y la historia de las religiones (Ver.:
“Cesare Pavese/ Ernesto de Martino: La Collana Viola-Lettere 1945-1950”, a cura di Pietro Angelini”. cd. Bollati Boringhieri, Torino, 1991, p.22l)