I
“Hijo: Papá…que es gay?
Padre: Bueno, en inglés significa alegre, jocoso.
Hijo: No, no… quien es gay?
Padre: Ah!...esos son putos”
II
“Hijo: Papa…
Padre: Sí, hijo…
Hijo: Te quiero decir que soy gay…
Padre: Mmm…….. pero….vos tenés mucha plata?
Hijo: No. Por qué me decís eso?
Padre: Porque entonces sos puto no más.
(Popular)
Hace por lo menos un cuarto de siglo un periodista de Santa Catarina (Brasil) con filoso cinismo burgués marcaba la cancha poniendo la piedra liminar de una gran denuncia: la pérdida de las viejas y sabias costumbres. En concreto el catarinense se quejaba del abandono en que había caído la institución de la manceba con casa puesta. Eran tiempos en los que la doble moral al uso consentía, mientras se guardaran ciertas reservas, la existencia de lo que deploraba en público. En esa organización desorganizada el homosexual, la prostituta, el pasador de juego clandestino, el pequeño traficante, etc. ocupaban sin mayores problemas un lugar bajo el sol.
Esta situación no era ajena a la que se vivía en la Argentina. ¿Qué ha cambiado?
UN PRODUCTO MENEMISTA
Así como el Sindicato de Camioneros debe su espectacular crecimiento al menemismo –vía eliminación del sistema ferroviario, y el triunfo del esquema norteamericano de transporte en la periferia- los homosexuales argentinos deben su organización solidaria (la CHA) también a Carlos Menem, previo apriete a éste de la “comunidad gay” de Nueva York, ámbito geográfico al que fue a garronear uno de los tanto créditos que inflan nuestra deuda externa. Lo que para Menem constituía una de las tantas concesiones a la política del imperio, que no lastimaban su proyecto y que en términos políticos le resultaban útiles ya que ponía un hueso en la boca a los que le ladraban (hasta creó el INADI Ley Nº 24.515: Creación del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo, Sancionada: Julio 5 de 1995 - Promulgada de Hecho: Julio 28 de 1995), para la muchachada K necesitaba profundización y el chiste fue transformado de comedia en tragedia.
GORILAS DE CLASE MEDIA
Los que trabajan de indios han inventado la bandera multicolor de Abya-Yala (¡?), y los que trabajan de homosexuales progresistas han inventado el día del orgullo gay con bandera arco-iris y todo. Y desfilan. ¿Cuál es la diferencia entre este desfile y el de de los putos en la murga de barrio? En que esta última era más divertida. No existían fobias exacerbadas como las actuales y el marica pobre no se travestía ni ejercía la prostitución para comer, siliconas mediante, y –si era marcadamente afeminado- ejercía los viejos oficios de peluquero de señoras o “modisto”, o se desparramaba por viejas actividades (insospechadas de tener homosexuales en su seno: construcción, metalúrgicos, estibadores, etc.): el homosexual, sin ser “travesaño”, atravesaba toda la sociedad, y eran aceptado sin mayores problemas por los sectores de menos recursos económicos. La fobia siempre se instaló en las clases medias: hasta la clase alta contaba con sus manifiestos putos ilustres; algunos, con grado de general de la nación y veleidades de historiador. La clase media “culta” no pasaba hace una treintena de años de la admiración secreta del homosexual literario, hombre o mujer. Claro que los 70, en que apareció el Frente de Homosexuales Peronistas (mientras la “orga” cantaba: “No somos putos/ no somos faloperos/ somos soldados de Evita/ Montoneros”) (1) y escritores como Perlongher y Osvaldo Lamborghini establecían en la literatura el límite respecto del que no se podía retroceder, esa misma clase media se entregaba a la dictadura militar , a su soporte braguetero-eclesiástico y escondía de mil modos a los hijos que cargaban carne por la popa (aunque una vez oí decir a una señora de la “high”: “en toda familia FINA hay uno”).
Mientras en la primavera post-franquista las galleguitas campesinas de Logroño, de bigotes todavía y costumbres telúricas, se largaban a consumir marihuana y a abrirse de piernas en nombre de la libertad y el goce, la progresía criolla post-dictadura se largó a importar las metáforas libertarias en nombre de la democracia y el “estado de derecho”. Claro que sus logros se los deben al odiado “gorila musulmán” de los 90. Las putas se transformaron en comunicadoras sociales o prestadoras de servicios y el marica expulsado de todo sistema fue inducido a la silicona y a afirmar las esquinas: Varones de pelo en pecho más feos que pisar mierda descalzo se inyectaron aceite industrial porque descubrieron que la clase media había logrado, por fin, sacarse de encima la tara que siempre la había oprimido: el miedo a ser calificado de “puto”. No es difícil primerearle el pensamiento al puto “fino” (que los hay y muchos) acerca de que piensa de un mestizo travesti ejerciendo la prostitución en Palermo: el mal afamado prejuicio de clase distingue el rosa, pero también el negro.
LO QUE LA HISTORIA NO DA LA REALIDAD NO PRESTA
Pero como la felicidad nunca es completa el marica nacional (nos referimos aquí al homosexual de medio pelo) escamoteó (lo sigue haciendo) las profundas divisiones clasistas, raciales y culturales que los separan de los “chongos” pobres y de piel oscura.
Porque el puto de clase media es reaccionario, pretende ser reconocido por el sistema burgués que lo desprecia, a través de instituciones jurídicas que le están negadas como es la del matrimonio. Quieren inscribirse en el registro civil y ser “padres” ¿no es eso la familia burguesa? El reclamo lo hacen en nombre de la igualdad (?) la diversidad (?) la no-discriminación (?) el amor (?) vaguedades todas del mismo estatus de “nonsense” como “y dios creó el mundo”, “la tierra es hueca”, “Hitler vive congelado en Patagonia”, “Mahoma es el último profeta”, “los chinos se las saben todas” etc., etc., etc.
La pretensión de casarse (poner casa) mediante una unión civil resulta valiosa dado que habla de proyecto común, solidaridad y hasta de afectos recíprocos compartidos. Pero esto tiene poco que ver con el concepto de familia y con el de matrimonio burgués de hoy que, a su vez, solo es una etapa en el cambio histórico de la organización familiar.
No tiene sentido aquí listar las variantes matrimoniales en la historia y en los distintos procesos civilizatorios, pero si vale destacar el rol fundamental de la procreación (y consecuentemente de la mujer)(2) en la organización social: sea porque es la base de la construcción del clan, de la gens y del Estado, tanto como un elemento para impedir la construcción del Estado a través de las alianzas que impidan la preeminencia de un grupo sobre otro (esta es una interesante teoría desarrollada por Clastres en el estudio de sociedades indígenas en el Gran Chaco). Puesto que se ha abandonado el sistema de organización matrilineal, el de propiedad patriarcal y el de cooptación, el sistema burgués resulta ser el vigente. Se puede argumentar que muchas personas se casan y se constituyen como matrimonio sabiendo de antemano que no procrearan, pero precisamente ese es el límite del instituto que no afecta su núcleo básico (la procreación), cruzado por intereses biológicos, materiales y culturales de variado tipo (sean creencias, cuestiones de valoración, de ejecución, etc.) en una mezcla difícil de escindir vitalmente aunque podamos aislarlos racionalmente.
LA PAYADA DERECHO-HUMANISTA
La pretensa igualdad ante la ley es un disparate nominal que la realidad y la administración de justicia misma se encargan de corregir. La búsqueda de un mínimo común denominador en el discurso democrático-liberal-progresista del homosexual (: todos somos humanos, todos tenemos los mismos derechos, hay que respetar la diversidad, entre otros) nos lleva a comprobaciones históricas de signo contrario: de hecho nazis y judíos no se consideran iguales, vencedor y vencido no tienen los mismos derechos, nadie respeta la diversidad del que no encierra ningún valor (entendido éste pragmáticamente: como útil). La calidad de humano no implica la igualdad de derechos ni estos presuponen necesariamente el respeto a lo diverso, sobre todo si lo diverso se despliega como inútil.
El criterio contrario, sostenido por los recientemente fracasados muchachos, que iban a ser santificados en unión “matrimonial” por el Estado municipal, no trata de establecer “la igualdad ante la ley” para los que se hallan en las mismas condiciones, sino de establecer la igualdad absoluta (inexistente) sin discusión posible (un ejercicio tiránico) y en forma previa al tratamiento de la CONDICIÓN por parte de la administración de justicia (una pretensión inocente). O sea, el cambalache discepoliano. La coexistencia del mercader de Venecia con la puta de quilombo. Stawisky y la Mignon.
Ningún pretendiente a marido o mujer homosexual logró articular idea alguna respecto a la necesidad social de sus requerimientos. El proceso de humanización insertado en el proceso civilizatorio se articuló en torno a la reproducción de la especie y ésta en el marco de una institución cambiante: la familia (madre/padre/hijos) algo que le está vedado por impracticable a la pareja homosexual. La pretensión de introducir un sustituto ficcional (el niño adoptado) ratifica por otra vía la desesperación de parecerse a una “familia” burguesa.
La curiosidad es que nadie duda acerca de la imposibilidad de correr una carrera de postas a alguien que le faltan las piernas; aunque parecería que la imposibilidad de procrear de una pareja homosexual no le impediría devenir en una familia de las previstas tanto la en la regulación legal argentina, como en la “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, “Declaración…” que a esta altura, y en manos del universo homosexual, carecería de valor y sería antihumana:
“Artículo 16:
1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.
2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el matrimonio
3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.”
Lo tragicómico es que los partidarios del “matrimonio” homosexual quieren parecerse “als ob” al matrimonio burgués, pero desestimando las características que lo definen y las normas que lo regulan.
Corre pareja con este ejemplo de irracionalidad y de pedaleo en el vacío la pretensión de habilitar el “derecho de los animales” y su articulación en el proyecto “Gran Simio” (ver El Escarmiento, Nro. 8, 2008) cuyo desarrollo es promovido por el Socialismo Tarado Español (a pesar de que se les murió Copito de Nieve, el gorila albino que tenían). En breve y dado que al parecer compartimos el 97% de características genéticas con nuestros primos de la selva, vamos a pelear por matrimonios con los carayá y los monos tití (para el casamiento de los enanos) sin olvidar, claro, a las ratas que al parecer militan el mismo porcentaje genético. Después, habrá que soportar a los intelectuales racionalistas rompiendo las pelotas con que el Lobizón no existe.
FINAL PROVISORIO
La elección del día mundial de la lucha contra el sida como fecha del “casamiento” de la pareja ratificó en la sociedad el hecho falso de asociar homosexualidad = sida; haciendo –ingenuamente, otra vez- el caldo gordo a los sectores más reaccionarios de la sociedad: ej. la jerarquía Católica, principal opositora a la enseñanza sexual en los colegios. El resto, fue una fiesta para los “periodistas” y sus cámaras de televisión, jolgorio puteril y reproducción del sistema.
(*) Vale la pena rastrear el término en algunos diccionarios del lunfardo. Ni el Diccionario Ideológico del Lunfardo (de Gobello y Amuchástegui-1998) ni el Diccionario Etimológico del Lunfardo (de Oscar Conde- 1998) lo registran, aunque sí este último los de putarraco, y trolo remitiendo indirectamente al de puto y a homosexual pasivo, con una posible derivación de trolo, no muy segura, del francés drole (raro, extraño). De la palabra puto y su etimología ni hablar. Mario Teruggi por su parte, en su Diccionario de voces lunfardas rioplatenses (1998) trae: Puto.- m. Homosexual; trolo; desgajándolo de su adjetivación negativa (“jodido, malo, despreciable, maldito”) y trolo es definido como homosexual, invertido. Estas sinuosidades ameritan un estudio detallado no sólo del origen del término, sino de cómo ha sido gestionado éste por los “Académicos”.
(1) Los vínculos del peronismo con el tema, desde el Estado, siempre han sido ambiguos; porque ambiguos son los grupos sociales en su percepción y tratamiento. Las contradicciones culturales, clasistas y racistas se desplazaron siempre por todas las ramas de la administración pública. Valga como ejemplo de esta ambigüedad la anécdota que involucra a “Paco” Jamandreu, que diseñaba los majestuosos vestidos de Evita, a ésta y a Juan Perón: Presos en una comisaría Jamandreu y su ocasional acompañante, el diseñador llama por teléfono a Eva solicitando ayuda; ésta le pasa el teléfono a Perón quien, después de ser anoticiado por “Paco”, le dice: “joderse por puto” … y lo deja dormir en la Comisaría hasta el día siguiente. Ello no impidió nunca el trato preferencial que Jamandreu tuvo por parte de ambos, como también lo tuvo otro notable artista y exiliado franquista: Miguel de Molina. Su condición homosexual nunca se interpuso en el trato de amistad.
(2) Los anhelos que pueblan el imaginario de la procreación en el homosexual fueron magníficamente recreados en un poema de Federico Pedrido, retratando con humor piadoso la percepción popular de aquel drama:
EL HOMBRE DE LA ENAGUA ROSADA
Fue, muchos, muchos años, pesebrero
Y, después, laburó en una pensión.
Cuando compra salame, el corazón
Igual que bandoneón se frunce entero.
Tuvo dos novios. Uno era frutero;
El otro, un cabecita camaleón.
Le dieron tantos palos en el cuero
Que lo sueña tambor su evocación.
Ahora está cantando en la escalera,
mientras retuerce un trapo, una habanera
y se clava en un gesto mudo y fijo.
La purretada juega en la vereda.
Se toca el vientre, y por sus nalgas rueda
la noble idea de parir un hijo.
*pesebrero: peón de albergue transitorio.
(En: Federico Pedrido: “Entre la Roña y la Nada – Poesía deplorable de Gonzalo de Verseo”, Bs. As. Ed. Corregidor, 1987, pp. 41/42)
RARO, COMO ENCENDIDO
por Abel Posadas
Con referencia a su artículo sobre los putos, creo que bien vale una réplica. Para comenzar la diré que llama la atención por ser uno de los pocos escritos que nada tiene de políticamente correcto. Más bien todo lo contrario, aunque no pretenda ser un insulto. Deschava la habitual homofobia solapada de no pocos intelectuales que murmuran en voz baja.
ALLÁ LEJOS Y HACE TIEMPO
Comencé a tratar a la gente diversa en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA allá por los años 60. Los considerados diferentes –Jorge Panessi, Beatriz Salazar, Marta Diz, Claudio España, Inés Azar, Jorge Polaco, David Uhrman más una poeta algo desprejuiciada como Susana Thenon-. También había gente distinta entre los profesores con Enrique Pezzoni a la cabeza y otros no tan evidentes como Ángela Blanco Amores de Pagella –seductora de Marta Mato-. Se hablaba mucho, además, de Alejandra Pizarnik pero ella estaba fuera de la facultad.
In illo tempore los prejuicios eran inmensos aunque nunca supe por qué. Curioso, porque los prejuicios eran un boomerang que iban de los hétero a los homo y viceversa. Así, misteriosamente, no podía tratar a un puto, estaba prohibido, pero sí a una tortillera –eso daba tono-. A su vez y ante una pregunta de la señorita Thenon “te gustan los hombres?” y ante mi respuesta esquiva, caí en desgracia y quedé fuera del séquito.
La franja bisexual era muy amplia y el vate Alberto Girri era muy admirado, así como también Manucho Mujica Láinez y Silvina Ocampo. Era tan amplia como despreciada por héteros y homos. Que es lo que ocurre hoy con gente como Víctor Laplace o Diego Maradona, por ejemplo. En aquellos años de camas fáciles pre-sida no eran pocos los que se arriesgaban a experimentos variopintos. No estoy para nada seguro de que los prejuicios en esta materia hayan desaparecido. Quienes transitan un camino diverso van a ser objeto de pullas y chanzas variadas.
QUIEN QUIERA OIR QUE OIGA
La idílica presencia en su artículo de la murga de los putos no deja de llamar mi atención. Que Eva Duarte hubiera conocido a muchos en su paso por el teatro, la radio y el cine, la hacía acreedora a la benevolencia y comprensión. Porque también en su caso, se sentía a salvo por aquello del se-mira-y-no-se-toca. Los homosexuales y bisexuales del ambiente artístico e intelectual no tuvieron problemas bajo el peronismo. Si esto ocurrió –caso Carlos Hugo Christensen y la extorsión de Apold- el asunto tuvo estrictas razones políticas.
Pero Ud. pareciera creer que antiguamente se tenía hacia los putos una mirada de simpatía descomunal.
- Pero esa gente tiene la cabeza dada vuelta!!! – dice mi tía Josefina.
Ella tiene 83 y es una mujer común. Por otra parte, estoy de acuerdo con Ud. en varios aspectos: los putos con plata no son putos. Lo mismo ocurre con los curdas. Son dipsómanos. La plata ayuda siempre y los que la han tenido jamás se han hecho demasiado problema –Manucho corriendo tras los efebos en Córdoba es un buen ejemplo-.
LOS VENERABLES TODOS
En los años 80 las tapas de las revistas de llenaron de fotos con Marilina Ross, Celeste Carvallo, Sandra Mihanovich y se filmaron dos películas como ADIOS, ROBERTO y OTRA HISTORIA DE AMOR –el director de esta última, Américo Ortiz de Zárate, murió de sida-. Nada de lo que ocurría en ese módico destape me parecía otra cosa que una estafa.
Es posible que bajo Ménem se haya consolidado lo que había sido insinuación con Alfonsín. También es probable que en el circo del posmodernismo todo se haya convertido en una exhibición no deseada. Caso concreto: el frustrado y mediático casamiento gay que se transformó en una nota de color para consumo de televidentes.
Y es verdad lo que Ud. dice: por qué formar una familia burguesa? Debo aclarar que no entiendo eso de “familia burguesa” pero cuando leo a August Strindberg me parece que lo sospecho. Y cuando miro en derredor también. Pantuflas, hijos resabiados, ruleros? No lo sé. Si se dice estar en contra de un status quo, por qué se lo apuntala? Tal vez existan razones que se me escapan. La unión civil permite ciertas conveniencias me parece. Y según deduzco de su artículo, esa unión civil debería formalizarse únicamente entre un hombre y una mujer. Esto tampoco lo entiendo. Es decir, no comprendo nada de nada.
Pero aunque no comprenda, no tengo miedo a que la gente diversa se case o adopte hijos. Después de todo, nada es contagioso en esta materia, sobre todo con forro seguro. Eso sí: el despliegue de plumas que incluye ropas exquisitas y cuerpos armoniosos repugna. Sin embargo, acaso no ocurre lo mismo con los héteros que recurren al exhibicionismo más flagrante?
Porque lo que resulta un dislate en este circo es precisamente el exhibicionismo y el circo que organizan los medios. Otro ejemplo: por qué aplaudir a alguien que, como Guido Gorgatti lleva taitantos años de unión homosexual y no se hace lo mismo con una pareja hétero? Porque aguante, en uno y otro caso, hay que tener.
La utilidad, palabra que a Ud. le gusta, de las uniones por el registro civil, me parece bastante inútil. No obstante y a la hora de los papeles y hasta que se prueba lo contrario, a la hora de la repartija de bienes es absolutamente necesaria. Hasta la señora Legrand tuvo que darse por vencida luego que nada pudo hacer para que el Dr. Marengo, pareja de su hijo Daniel, se quedara con lo que le correspondía por cohabitación.
SOÑAR, SOÑAR
En los blogs de internet se lee de todo. Políticos, futbolistas, actores, escritores, el lumpenaje televisivo, todos en fin, se encuentran a la misma altura en cuanto a sus actividades horizontales. Cómo se le puede llamar a eso? Me parece que es más penoso que un casamiento gay –de putos, según Ud- porque habla de una SUSOCIEDAD o SOCIEDAD SUCIA.
El asunto da para mucho más.
Respuesta a Posadas:
Poco que objetar y algunas aclaraciones:
a) Un error de interpretación: La unión civil entre homosexuales, cosa que por otro lado existe, más otras figuras jurídicas paralelas y las que puedan agregarse, me parece positiva (así lo expresé en al artículo: “La pretensión de casarse (poner casa) mediante una unión civil resulta valiosa dado que habla de proyecto común, solidaridad y hasta de afectos recíprocos compartidos”) y resultan un adecuado instrumento (a esta altura de la soirée) para resolver cuestiones que se plantean al final de la réplica de Posadas, tales como el reparto de bienes. Pero no solamente eso (que presupone la separación previa o la muerte), sino otras varias, como la representación –curaduría incluida-, prestaciones alimentarias recíprocas, la capacidad de testar (elemento que habría que ajustar en el Código Civil) y otras no menos delicados como la situación de terceros vinculados a ese vínculo primario, que supongo será el producto de un proceso nada fácil. Unión civil no es matrimonio y este no es la sacrosanta institución de derecho natural. Sobre su pertinencia me remito a lo dicho.
b) El tema de la adopción de hijos por parte de una pareja homosexual es más compleja de lo que parece, y no creo que pueda despacharse en nombre de la tolerancia a la diversidad o la ausencia de ella. El papel nada inocuo de la familia heterosexual en el origen de desequilibrios mentales varios (aunque pongamos en esta exposición entre paréntesis el carácter de trastorno mental de las prácticas homosexuales, no obstante el DSM-IV-TR : Cap. “Trastornos sexuales y de la identidad sexual” y la exclusión de la homosexualidad por parte de la Organización Mundial de la Salud de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y otros Problemas de Salud: el DSM y la Clasificación de la OMS, no congenian. Hablando de ambigüedades…) no tenemos información relativa al desarrollo de la personalidad de un menor en el marco de un vínculo homosexual. Tema éste que no se desarrolló en el cuerpo del artículo sino que se limitó a ilustrar el carácter conservador del planteo, en manos de cerebros tullidos por el tambor progresista (no eran conmovedoras las lágrimas de Lubertino? Ají molido en los ojos?)
c) En relación al despliegue de plumas, la ropa exquisita y los cuerpos armoniosos a que alude Posadas, me parece que hay que vincularlo a cuestiones de tiempo y lugar. Vale aclarar aquí que nunca me referí a “murga de los putos” sino a los “putos en la murga de barrio”, nota de color aceptada socialmente (algunos operarios y administrativos la reclamaban con avidez). Salvador Dalí, cuya sexualidad fue muchas cosas menos lineal, con la sabiduría que juntó a fuerza de trajinar colchones dijo que “el sexo es lo último misterioso que le queda al hombre, y lo está destruyendo”. Y el misterio es privado. La creciente invasión de lo público en el ámbito privado por parte no ya del Estado (el viejo Gran Hermano de Orwell), sino de los medios de comunicación (el “Gran Hermano” conducido por Jorge Rial y por Soledad Silveyra haciendo plata a costa de perejiles con altísimo grado de insatisfacción sexual), aumenta la alienación de un pueblo cada vez más bruto y más barato. Los gay de la banderita multicolor y la parejita del cuarto de hora televisivo son funcionales a ese manejo siniestro. Simplemente porque la mayoría de la población se los toma en joda, forman parte del entretenimiento, porque no resuelven ningún problema ni representan uno de los problemas terminales: como dicen los loritos corporativos “no están en la agenda”. Su gravedad radica en que el “entretenimiento” (Tinelli, los travestis con problemas foniátricos de Sofovich y cuanto marica ordinario pulula por televisión y radio) no tiene carácter lúdico, ni siquiera representan un espejo invertido (perdón por la palabra): no alegran, “entretienen”.
Las putas están en los quilombos (entre otros lugares), las plumas, ropa y cuerpos armoniosos, en los espectáculos y la enfermerita (para los heterosexuales) con cofia y en pelotas, entre cuatro paredes. El resto es farsa, es manipulación, es la borocotización de este segmento de la cultura. Aquí uno puede empezar a mascullar la distinción entre lo real, lo irreal y lo virtual.
d) En relación a la tía Josefina, de Posadas, la sospecho en el pasado asidua habitué al programa “La Tuerca” donde Guido Gorgatti, Osvaldo Pacheco (y algún otro) se interpretaban a sí mismos (o simplemente representaba el papel) y eran la delicia de grandes y chicos (como diría un vendedor), “un espectáculo para la familia”. Eso no impedía que –carcajada mediante, porque eran de primera- la tía pudiera hablar de la “cabeza dada vuelta”. Eran las viejas costumbres; y en eso, no eran tan malas.
e)En relación a Gorgatti, su decanato y el aplauso de la tribuna me parece que no hace al fondo de la cuestión (no es difícil constatar ejemplos en contrario, incluso en el ámbito heterosexual: No decía Oscar Wilde que “la principal causa de divorcio es el matrimonio”?)
f)Puesto en términos de espectáculo, claro que todo es una basura; aunque no una pena (homo sum, nihil a me alienum puto: no podía faltar). ¿Por qué sentir pena por lo que es nada más que ridículo mediocre? Sintamos pena, en todo caso, por el fracaso de una grandeza. Esto último, claro, algo inasible para el “casamiento gay”
d.a.