Lanzar una publicación política en la Argentina, al margen de los proyectos editoriales-comerciales y sin el "calor" materno de padrinos políticos o del subsidio oficial, puede parecer a quienes ya se acostumbraron a vivir de rodillas o a quienes "parecen que hacen" pero no van a ningún lado (como el astronauta, pedaleando en el vacío) una empresa sin futuro.

Sin embargo, ese es el destino de las publicaciones como la que hoy lanzamos pretendiendo ser una voz peronista allí donde faltan todas: preparar, junto al pueblo, el futuro, para diluirse en su corriente una vez cumplida la tarea del presente.

Que nos impulsa? El desierto que crece en forma de hambre, enfermedad, guerra social; el repudio al perfeccionamiento de las estructuras coloniales a través de los mismos mecanismos financieros de dominación que señorean desde hace casi treinta años; la pérdida creciente de soberanía a partir de la doble amputación que significan los pactos internacionales elevados a rango constitucional por la nefasta reforma constitucional de Menem-Alfonsín y la indefensión material, lisa y llana de la población cuyos políticos se han dedicado a desarmar a las fuerzas armadas coloniales sin sustituirlas por fuerzas armadas nacionales (palabra en estos días revolucionaria) y cuyo carácter pase no por la retórica de las fiestas patrias sino por las hipótesis de conflicto y de guerra que en el mundo moderno incluyen a toda la población civil (para los que se hacen los distraídos, les recordamos los bombardeos de los civilizados europeos a la ex Yugoslavia (en nombre de la civilización, claro), y de los "americanos" en Afganistán e Irak. Si negocios y petróleo fueron la excusa de la barbarie, aquí bien pueden ser agua potable, petróleo y pesca…entre otras).

Más claro: Hablamos de Justicia social, Independencia económica y Soberanía política.

Dónde están

Como los enemigos del pueblo en el año 1955, como en los 60 y los 70, los hoy devenidos "neogorilas" (que se reparten por mitades el "oficialismo" y la "oposición") apuestan, reclaman, claman por la destrucción del peronismo, desde las páginas de la prensa, desde los libros, la cátedra - pública y privada-, inaugurando "frentes", "alianzas", "transversalidades" que no superan un acto electoral o un mitin político con punteros prestados a reglamento ("poniendo estaba la gansa o no te mando ninguno de mis muchachos"). La posta del odio gorila fue ocupada por los derrotados del 74 -cuando el General Perón echó de la plaza (el 1ero. de Mayo) a quienes lo quisieron apretar con el asesinato de José Ignacio Rucci. Hoy, muchos de aquellos "imberbes", que no tiraron ni con sebita, y fueron los idiotas útiles adecuados para una falsa guerra cuyo principal objetivo no era liquidar a un rejunte levemente peligroso de "subversivos", sino crear las precondiciones del endeudamiento ejecutado por Alfredo Martínez de Hoz y sus secuaces, son funcionarios de un gobierno que genera una política de "un paso adelante, dos para atrás". En este cambalache se tortura a la población civil. Los jefes de aquellas organizaciones se llamaron a prudente silencio. ¿Sabiduría o algo más? La revisión de la historia todavía nos deparará sorpresas.

Cuando el partido (se) venía marchando

Por si alguno lo duda, aun cuando Menem intentó convencer (y algún zonzo se convenció) de que estábamos en el Primer Mundo, somos un país del Tercer Mundo (que se comió a parte del Segundo). Y a ello no nos llevó el "uno a uno" blindaje de Cavallo (consultor de turno de todos los gobiernos), el "default", la fraudulenta pesificación asimétrica o la falsa dureza en la negociación de la deuda externa: todas estas acciones remacharon, por incapacidad o con intencionalidad la "gestión económica" democrática, desde la época de Alfonsín.

En el interin, la estructura democrática de la política, conseguida a base de miles de muertos y desaparecidos y de las luchas públicas y anónimas de otros tantos miles de argentinos, sustituía los fines por los medios.

El sistema presidencialista argentino, un sustituto -pasado por la lavandina de la constitución norteamericana- del caudillaje fuerte del siglo XIX (Rosas, Urquiza, Roca), toleró sin demasiadas resquebrajaduras a los caudillos del siglo XX (el mismo Roca y Perón) y a sus sustitutos empalidecidos (Alfonsín y Menem) cuya capacidad de daño a las instituciones resultará difícil de superar (aunque…nunca se sabe). Con presidentes fuertes o con "muñequeros" hábiles (mientras les dura la esquiva fortuna) el partido político es nada más que una máquina electoral. PERO CUANDO NO EXISTE NADA DE ESTO EL PARTIDO DEBE IMPONERSE COMO DIRIGENTE (esto es algo que los "gramscianos argentinos" -léase: los "chachistas" de "Chacho" Álvarez- entendieron a medias cuando se descolgaron del peronismo, para terminar en el radicalismo…apoyando a Cavallo. Es que los libros no alcanzan a explicar toda la realidad).

El PARTIDO JUSTICIALISTA es, hoy, uno de los grandes responsables de la perpetuación de la crisis. Y cuando decimos partido nos referimos a sus dirigentes y sus empleados (punteros y clientes cautivos) que están congelando una estructura política en la única función que cumplió hasta la fecha. Rescatarlo de la máquina electoral para trasformarlo en polea de transmisión de ideas renovadas (la "actualización" doctrinaria) y la renovación de las prácticas de la militancia ES LA OBLIGACION DE LA HORA PRESENTE. Y es el primer paso para la gestión social del estado.

No nos engañemos: el pescado se sigue pudriendo por la cabeza. No es aceptable ninguna queja de los dirigentes ante la necesidad de "pagar" a sus militantes (a quienes se compra por cincuenta y se los ofrece en venta por sesenta: un principio de los tránsfugas de la política).

Esta práctica, paralela a la feudalización de las Provincias necesita reciclarse y profundizarse continuamente, a base de pobreza material y de la otra (como una vez dijo Deolindo Bittel a propósito de la situación política del Chaco: "Vamos a perder las elecciones: el corazón es peronista, pero la panza es radical". Los radicales distribuían la caja PAN). Los "bonos solidarios", los "planes trabajar", los "planes jefes y jefas de hogar" en sus múltiples variantes, son más de lo mismo y todos ellos fueron generados por administraciones elegidas por nuestro voto peronista. Esto no es justicia social, ni solidaridad.

La justicia social es, entre otras cosas, trabajo (hoy los burócratas hablan de 'trabajo decente´ en un país donde no hay trabajo!!!) e inflan la estadísticas de los "ocupados", inscribiéndolos en el listado de la beneficencia estatal (cuyo reverso es la mendicidad armada piquetera).

La falta de reacción del PJ, incapaz de llevar adelante un Congreso partidario a la altura de la crisis, rebajándolo a una discusión de conventillo, sin conducción y sin ideas, refugiándose sus integrantes en la función pública esperando que se obre algún milagro que los "blanquee" de su inoperancia, lo está conduciendo al abismo al que ya se precipitaron tantas ONG con siglas partidarias: ARI, UCR (sin olvidarnos de los unipersonales Lopez Murphy y Patricia Bullrich).

La regeneración

O EL PARTIDO REACCIONA Y SE CONSTITUYE EN LA DIRECCION DE LA MILITANCIA PERONISTA O VA CAMINO AL CEMENTERIO, SIN MARCHA FUNEBRE Y SIN ACOMPAÑANTES.

La "transversalidad" es un fracaso animado por su espíritu de secta "neogorila", algo que -valga la paradoja- nació muerta. El descenso político del gobierno, atosigado en el frente interno y externo, es un dato que ya no puede ser ocultado por las encuestas. El peronismo y su representación partidaria, vapuleados por el Presidente que supo conseguir, no logra articular un Plan (político, social, económico, cultural) a través de los poderes políticos de la democracia (diputados, senadores, gobernadores, intendentes, etc.) amparándose para ello en palabras huecas (prudencia, gobernabilidad, federalismo, y cuanta pelotudez escuchamos a pejotistas y transversales).

El hambre, el desamparo, el descenso macabro de la educación no esperan.

O se ejercen las mayorías propias de la democracia con sentido nacional, aun cuando los hoy reaccionarios paridos por el 70 echen espuma por la boca, para revertir la crisis con el pueblo, que no sacará el hombro a la reconstrucción del País, o comencemos a acostumbrarnos a desandar el camino de algo más grave que la guerra social de baja intensidad (piqueteros armados, crimen organizado, corrupción estructural de la política y de la economía). Hoy no hay guerra civil porque no hay bandos: hay bandas.

La encrucijada nos alcanzó (la mayoría llegó a ella pretendiendo ignorarla): o recuperamos las banderas nacionales (para que no se asusten los "progres", para nosotros son sinónimos de populares) o un nuevo drama nos tendrá como protagonistas y víctimas. Otra vez.

El pueblo trabajador es el sostén, junto a los profesionales animados por el empeño en su tarea que no piensan en Ezeiza como única salida, y los intelectuales y artistas que todavía sueñan con una obra cuyo objeto y destino es el pueblo del que forman parte.

La Argentina esta viva. La dignidad del oficio político no puede ser entregado a quienes lo bastardean y subalternizan.

Cada peronista lleva en la mochila el bastón de mariscal. Mientras nadie se crea Perón, está en los cuadros del peronismo -quienes deben cinchar hacia arriba y hacia abajo- la recuperación del protagonismo político, la clarificación de las ideas, su puesta en práctica y la toma de decisiones para el bien del Pueblo y de la Patria.

El resto es paisaje. Y desolador.

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