AQUEL VIEJO COLLAR DE SANDIAS
Hoy el collar de sandías que la Presidente tiene colgado (Ver El Escarmiento Nro. 7 aquí), sigue la Ley de Gravedad: sus ministros son un grupo de inútiles: Baste pensar en los resultados de la gestión de los que aparecen en los medios (¿alguien sabe quien es el Ministro de Salud, o el de Educación, o el de Interior?). Sabemos del Ministro de Trabajo porque está en campaña política (nunca supimos de él cuando era Ministro de Trabajo), Sabemos de la Ministra de Desarrollo Social porque reparte planes (como antes Menem y antes los radicales); sabemos del Ministro de Relaciones Exteriores por su inutilidad y torpeza fotocopiadas de Bielsa (el que hacía versitos para que Serrat le pusiera música) y de Guido di Tella (rancio cipayo universitario); sabemos de De Vido por las denuncias de corrupción que pesan sobre él, socio y administrador del Matrimonio Gobernante (EL, desde el más allá); sabemos de la Ministra de Industria –Giorgi- por sus constantes derrotas frente a los brasileros, amparada en su sonrisa a lo Micceli (su predecesora). Sabemos del Jefe de Gabinete que ha sabido ser menemista, duhaldista, kircherista y sorteador de tropiezos penales (pero toda carta tiene contra y toda contra, se da)
DEL COLLAR DE SANDÍAS AL PULMOTOR
Por primera vez una fracción de la pequeña burguesía argentina – la que creció a la sombra del peronismo, a favor y en contra- llegó al poder sin la sombra, esta si ominosa, de algún golpe de la corporación militar. Pero no es cualquier fracción determinada por la “infraestructura”: se trata de la que quedó malherida de los 70, reciclada primero con el “retorno a la democracia” (Alfonsin) , después con la obsecuencia debida al menemismo, para naufragar finalmente en el ensayo del gorilismo de la “Alianza” . De esa “quema” (hoy “Ceamse”) de la política se nutrió la inmovilidad progresista que, felizmente, no invoca al peronismo para sobrevivir el tiempo que le queda.
El progresismo colonial que denunciara Jauretche (ver EL ESCARMIENTO Nro.8 aquí) es enemigo de la sociedad. Mientras la parasita, proclama que todos deben llegar a tener lo que ellos YA tienen, claro que por otra vía: la “igualdad de oportunidades”, sin intentar desde los aparatos del gobierno un sistema ordenado para alcanzarlas. Así, la praxis de la educación, la seguridad y el trabajo son sustituidas por el sentimentalismo pequeño burgués, hijo putativo del resentimiento de los derrotados en los 70. Pero este resentimiento no viene solo: va de la mano con el odio al pueblo concreto, al “cabecita negra”, al peronista. Incapaz de conducir, la lacra gobernante es apta para envilecer. Como la vieja Sociedad de Beneficencia, reparte dádivas y embrutecimiento. ¿Cómo no avergonzarse de esto? El progresismo lo logra: falseando el nombre de las cosas, negando la realidad, practicando un genocidio lento sobre los más débiles. Es que el progresismo es una compensación psicológica del abismo abierto entre la voluntad de muerte de los sediciosos de los 70 y su fracaso. Si el psico-bolche de aquella época, payaso funcional del Partido Comunista o de cualquier grupúsculo de izquierda sin expectativas, era el hazmerreír de cualquier peronista, los progresistas de hoy recuperaron al payaso de antaño (que diferencia HOY a la Beatriz Sarlo “maoísta” de ayer de sus ex compañeros de ruta alineados con el “kirchnerismo”?: usando un lenguaje perimido podríamos hablar de “contradicciones secundarias y no antagónicas” <Mao dixit>). Porque el progresismo -el que gobierna y el que simula ser su oposición- se consideran elegidos, dotados de alguna pureza sustancial que no les reclama -como correspondería- el suicidio. Pureza calvinista en una cara, en la otra talento sensual para esquilmar y sodomizar al pueblo. Y hay muchas formas de hacerlo. Mala conciencia, en suma.
Ninguno de ellos cree en la democracia, en el poder popular así sea mediatizado por todas las trampas partidocráticas y republicanas. ¿Donde están los trabajadores representados en las instituciones del Estado? ¿O alguien puede creer que los empleados de Pedraza o Maturano en la Secretaría de Transporte representan a los trabajadores? ¿O que el diputado Recalde es el portavoz de los deposeídos? (1)
El creciente envilecimiento de las organizaciones sindicales, tolerado y aun amparado (cuando no promovido) por el Gobierno, es el correlato de la promoción y corrupción de organizaciones que tienen un estrecho límite político: desde las “manzaneras” de Chiche Duhalde hasta las organizaciones “de base” con las que engaña (y vive) la esquilmada izquierda criolla; llámense aquellas “movimientos barriales”, “cooperativas”, “ONG” o cualquier otro título que les permita mangar en el Ministerio de “Desarrollo Social”. Los más despiertos de entre estos pícaros han pasado a la categoría de pequeños burgueses sin lustre (de ahí el odio solapado de los blanquitos “kirchneristas”: ¿cómo es posible que hayan llegado tan rápido a tener lo que ellos también tienen, sin trabajar ni estudiar?: contradicciones secundarias no antagónicas…)
Como la Alianza De la Rua/Chacho Alvarez este Gobierno no sabe que hacer con el pasado, el presente y el futuro; y como aquella, está tendencialmente orientado a perecer estrepitosamente. Como aquella, este Gobierno no administra el pasado: lo padece. Ha logrado instrumentar lo peor de la dictadura militar con sus muertos y la sumisión al poder financiero externo; lo peor del menemismo con su subcultura lumpenizada; lo peor de la Alianza con su incapacidad de gobernar más allá de un proceso electoral sin poner en su lugar y coordinar las distintas corporaciones reales del país; lo peor del duhaldismo, dando manotazos financieros que arrojan a centenares de miles al hambre y la desesperación mientras se instrumentan planes “jefes y jefas de hogar” que, de coyunturales, devienen estructurales: la miseria física y moral como estructura ontológica. Mientras, la corrupción lo traza todo.
LAS “GERONTES DE LA BANDANA”. Un grupo musical antropófago.
Los hilos de la Historia, que convergen en la soga que aprieta tantos cuellos, suelen ser ajenos a los trenzadores: El reclamo legítimo contra la mugre militar de los 70, incapacitada para llevar adelante cualquier guerra, fue seguida por la distorsión derecho-humanista que permitió blanquear a los civiles (no a todos) que colaboraron con la dictadura y que supieron dar la oportuna voltereta en el aire para aparecer como democráticos. Unido a un “juicio a las Juntas” con tufo a arreglo previo (militar-radical-peronista-Estados Unidos) y que el incompetente de Alfonsín no pudo administrar (como tantas otras cosas) fue el principio del fin: Si la plata corrompe, mucha plata corrompe mucho. Y Hebe de Bonafini y su gente se la llevaron. El apriete por izquierda habilitó los subsidios a los sediciosos “revolucionarios” (tememos que reclamen lo mismo, en un futuro, los parientes de los condenados por violaciones a los derechos humanos, en realidad violaciones al derecho de guerra). La lógica perversa es la misma (2).
Si Nestor Kirchner compró definitivamente a las “Madres”, entre ambos se fagocitaron a los tontos de izquierda, y a los no tan tontos que aprendieron a comer del riñon del pueblo via la gerontocracia de la bandana. Y lo de comer no es una metáfora solamente. Los $765.000.000 (conocidos) que fueron a parar a las arcas de la “Fundación Madres de Plaza de Mayo” son extraídos del sistema de jubilaciones: las gerontes de la bandana y sus cómplices de estan comiendo la proteína de los jubilados.
Como se ve, la noción de derechos humanos (una fantasía burguesa por otra parte) siempre encubrió algún negocio. Y ahora vamos con los Schoklender.
HAY QUE DARLE OTRA OPORTUNIDAD A SCHOKLENDER (Del parricidio al cajicidio)
En los 80 –ese embutido de mala calidad entre los 70 y los 90- la inutilidad progresista se regodeaba frente al espejo con loas a la democracia. El conservadurismo radical se disfrazaba con el manto jurídico y prometía la mediocridad dorada por la sola virtud del “juego de las instituciones republicanas”. La clase media se arrobó con la democracia republicana, como antes se había arrobado con Videla (y antes con Perón y/o los Montoneros, y antes con Lanusse y antes con Fondizi, y antes con la “Libertadora” y antes… con nada porque no existía). Todo terminó con chirinadas militares, un poder civil cagón, y el asalto a los supermercados. La República exigía republicanos, y aquí no había ninguno. Adios Alfonsin. En el medio, los Shoklender como herencia del pasado militar.
En ese éxtasis democrático surgieron los escribas legitimantes (3) que peleaban por ver quien sacaba más la cabeza, precursores a su modo del felpudismo kirchnerista . Así surgió la serie televisiva “Yo fui testigo” de la mano de dos reconocidos gorilitas de las “letras” Ricardo Halac y Cernadas Lamadrid. Estos unitarios (me refiero a los capítulos) fueron traducidos al papel y editados en pleno alfonsinismo. Uno de ellos lleva por título “Los Schoklender”. Ayer como hoy (Foucault mediante) el objetivo apunta al victimario, para salvarlo. En el librito de Halac y Cernadas Lamadrid los parricidas aparecen legitimados a partir de la crítica del sistema judicial, de la presencia delictiva de Massera (al parecer vinculado por negocios al padre de Pablo y Sergio Schoklender) , una familia demasiado disfuncional y supuestos asesinos extranjeros. Cambiando los nombres, una novela para leer en la playa (hasta los condenados escribieron su propia novela, en forma de alegato, mientras estaban en prisión. Los editores agradecidos). Hoy, caídos en desgracia (habrá que ver cuanta) están ingresando al suplemento del libro de Fabián Spollansky (4). El esfuerzo de los aparatos de propaganda oficiales apuntan a salvar a Hebe de Bonafini: en eso están Pagina 12, Veintitrés, “El Argentino”, el programa humorístico “6,7,8” entre varios. Mientras, “los opositores” soplan el fueguito sin mucho entusiasmo (no sea que aparezcan vinculados en forma indirecta a algunos de los estropicios de la “Fundación”).
Pero veamos el lado positivo: Los hermanos Shoklender son el producto de las ventajas del sistema carcelario argentino (“Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas…” . Art. 18 de la CN). Nadie puede decir que el sistema no funciona. Antes de entrar a la carcel cometieron parricidio (uno de los delitos socialmente más abominables, junto al infanticidio y la antropofagia). Al salir de la cárcel SOLO le robaron al pueblo a través de las “Madres”: cometieron cajicidio. ¿No es maravilloso?.
Alguna vez bautizamos al periodismo que supimos conseguir como los “eyaculadores precoces de la historia” (por aquello de que un soberbio de ese gremio sostuvo que eran la primera versión de la historia): Su hinchazón, producto de la mala ingesta suele perderse pronto y nunca alcanza la gordura. El género mixto de “periodismo de investigación” se parece demasiado a la novela histórica: un contrasentido apto para el mercado editorial y para mentes consumidoras de “autoayuda”. En estos géneros tan poco éticos, se inscribe la “retención” que los escribas a sueldo de los medios, dedicados al alacraneo político, efectuaron en relación a los Schoklender. Alguno de ellos llegó a decir :”hace más de dos años que sabíamos lo de los Schoklender”. ¿Y? Los “Radiolandios” (en un espectro amplio que va desde la “derecha reaccionaria” a la “izquierda progresista”) optaron por no meterse con las “Madres” (de Plaza de Mayo). De hecho, los patrones de ambos hicieron (y hacen) negocios con las tortolitas del pañuelo blanco. Hasta la Presidente dijo “cuiden a Hebe” (¿tendrá miedo que termine como Clara Petacci en el Piazzale Loreto, colgada de los pies y escupida por el pueblo?).
SANDIAS Y PAÑUELOS: UNA CULTURA MUY POBRE
Justo es decirlo, el collar de sandías que oprime a la Presidente también oprime al pueblo argentino y por encima de ambos un sistema falsamente democrático y altamente corrupto.
Desde el poder gobernante no se adopta ninguna medida, no ya de cambio estructural, sino meramente correctiva. Desde la oposición, tratan de cambiar el collar para quedarse con el perro. Se pasan de la “izquierda” a la “derecha” según el tránsfuga circunstancial con el cual realizar “alianzas” en un despliegue de fascinante flexibilidad y vacío ideologicos. Ni siquiera son los funebreros de la democracia: son sus propias víctimas, las que estan paleando el agujero de su destino final. Mientras tanto… la caja recaudadora se achica, las necesidades son crecientes, hay hambre, desocupación, enfermedades y muertes innecesarias y los paises-corporaciones que controlan la economía mundial nos exportan sus crisis… mientras… mandamos un satélite para verificar el clima pero no tenemos misiles para hacer frente a una guerra moderna, ni fuerzas armadas para controlar la invasion (no solo civil) de nuestros vecinos y poner coto al narcotráfico. ¿Se entiende la tristeza de los Discépolo en los años 30?. Nos acercamos peligrosamente a movimientos bruscos por la incapacidad, de propios y extraños al Gobierno, de corregir allí donde mañana deberán amputar. Habra que ver si esta vez el pueblo lo soporta.
d.a.
(1) En el próximo número del Escarmiento nos ocuparemos del diputado Recalde y sus vínculos con el Banco Sindical, el Sindicato de Comercio -al que hoy enfrenta por orden de su circunstancial patrón, Hugo Moyano- y el final de aquella triste historia con los planes de vivienda, el karma del sindicalismo corrupto.
(2) Esto no es disparatado: Hemos visto a piqueteros reclamando vacaciones, a “lideres sociales” (en sentido norteamericano) como Milagros Salas veranear en Punta del Este y a MOVILIZADOS (que nunca pelearon) por Malvinas pedir un subsidio (¿por stress pre-bélico?). El nacionalista Anzoátegui decía: “Hay que crear la Dirección Nacional de Patadas en el Culo”.
(3) Su santo patrono tendría que ser el socialista Dardo Cúneo -finado ya- que al preguntársele por que le hacía los discursos a Martínez (un milico candidato de Lanusse) espetó: “Yo solo alquilo mi pluma”. Tenía un tintero lleno de verdades.
(4) “La mafia judía en la Argentina”, San Juan, Ed. Rubín, 2008.